miércoles, 17 de septiembre de 2014

Duns Escoto

John Duns Escoto

(John o Juan Duns Escoto o Scoto, llamado Doctor Subtilis; Maxton, actual Reino Unido, h. 1266-Colonia, actual Alemania, 1308) Filósofo escocés. Estudió en París (1293-1296) y más tarde se trasladó a Oxford. En 1302 regresó a París, aunque fue desterrado al año siguiente por haber apoyado al partido pontificio contra Felipe IV, tras lo cual enseñó en Colonia hasta el fin de sus días.

Sus textos más importantes son los Comentarios sobre las Sentencias, realizadas a partir de las Sentencias del teólogo italiano Pedro Lombardo, y algunos tratados, entre ellos Quaestiones quodlibetales y Sobre el principio primero. El suyo es, junto al de Tomás de Aquino, el sistema más influyente de la escolástica medieval, y dio origen al escotismo, que compitió largo tiempo con el tomismo.
Distinguió, como Santo Tomás, la teología de la filosofía, considerando que ambas eran complementarias y nunca podían entrar en contradicción, aunque se apartó de aquél al considerar que la teología era ante todo una ciencia práctica, y no especulativa. Dio también mayor peso que Santo Tomás de Aquino a los particulares en la teoría del conocimiento, y destacó en la libertad de la voluntad tanto humana como divina.

  • Pensamiento

"Duns Escoto ha aclarado muchos puntos centrales de la doctrina cristiana en su cohesión mutua. Su teoría nueva de la libertad divina y humana juega un papel importante en su pensamiento. Los análisis de Escoto siguen siendo de gran importancia para la teología y la filosofía actual".

"La teología de Duns Escoto forma parte del género escolástico. Implica un
método lógico y especializado. Eso da la impresión que la teología escolástica sea una teología abstracta y aburrida. No es así. Teólogos como Santo Tomás y Duns Escoto vivieron desde la espiritualidad, nutrida por la liturgia cotidiana de la iglesia y su orden. Esta misma espiritualidad funcionó como la fuente de su teología científica".

  • Dios

Siguiendo la tradición franciscana establecida por el teólogo italiano san Buenaventura, recalcó la primacía de la libertad humana y de los actos de amor sobre el intelecto. Evitaba una visión arbitraria o voluntarista de los actos de Dios, aunque advertía al mismo tiempo que la existencia actual de las cosas depende de una decisión libre tomada por Dios, y sostenía que las obligaciones morales dependen de la voluntad de Dios. Esa voluntad, enseñaba, es libre por completo y no estaba formada o determinada por motivos concretos. Dios ordena una acción no porque él vea que es buena, como afirmaba santo Tomás, sino que la hace buena al ordenarla. Duns Escoto fue uno de los más profundos y refinados teólogos y filósofos escolásticos de la edad media. Durante muchos siglos después de su muerte, sus seguidores, denominados escotistas, estuvieron en conflicto con los adeptos de santo Tomás, que eran llamados tomistas. En el siglo XX la influencia de la filosofía escotista es todavía intensa en el seno de la Iglesia católica.

  • Hombre

En cuanto al obrar del hombre, Duns Escoto sostiene que la voluntad es la causa total de los actos voluntarios. No niega la intervención del intelecto, porque debemos conocer algo para quererlo, pero afirma que, si bien las ideas determinan la voluntad, previamente la voluntad determina la selección de esas ideas.
Esta reflexión intenta explorar algunos aspectos del pensamiento de Escoto sobre la Predestinación y la Primacía de Cristo, la Pasión y la Inmaculada Concepción, dando un vistazo a los elementos más iluminadores de la espiritualidad de Escoto y de la humanidad de su espiritualidad. Todo esto, ojalá sin el academicismo que investiga y escribe sobre Escoto, para que, fuera de los lectores para los cuales escribo, también otros puedan admirar y querer a este gran fraile franciscano, escolástico, pensador, escritor y místico poco conocido.
Igual que san Francisco, a cuya visión Escoto siempre permaneció fiel (a despecho de lo que piensan algunos escolásticos), Escoto murió a tempranos 40 años, sin tener oportunidad de revisar sus escritos. Es, tal vez, porque murió tan joven y no pudo revisarlos, que el pensamiento de Escoto es tan complejo y tan difícil de entender. Sólo podemos especular sobre lo que hubiera podido llegar a hacer si hubiera vivido más, pero cuando nos damos cuenta de que esta especulación es inoficiosa, nos entristece por lo que hubiera podido ser. A pesar de la complejidad de su pensamiento, un estudio minucioso de Escoto reditúa fructíferos dividendos.
Cuando se estudia a Escoto, uno se da cuenta de que está en presencia de una mente singularmente brillante y agudamente perceptiva. Pero también se da cuenta de que este pensamiento de tanta variedad de temas teológicos sólo puede provenir de un hombre profundamente santo. Los que fustigan a Escoto, adosándole el epíteto de "sutil" en sentido peyorativo, lo hacen porque no logran ver a través de la sutileza. Sólo ven el barniz de su intelecto, pero no pueden ver su corazón. No logran ver al hombre de oración y la experiencia de íntima unión con el Dios del que escribe.

  • Mundo

La voluntad humana es esencial y contingentemente libre, según la perspectiva del filósofo medieval Duns Escoto. En la metafísica escotista cabe hablar de un orden moral contingente, puesto que la raíz del mismo es la voluntad divina que opera con total libertad. Además, como la voluntad divina produce libremente las criaturas, por lo mismo, las criaturas no fueron creadas en un orden de necesidad y son capaces de operar libremente, dando origen a infinitas configuraciones de realidades posibles. En ese caso, mi libre voluntad puede elegir qué hacer y qué no, elegir entre un posible y su opuesto.
En este sentido, el objetivo de este escrito es plantear -desde la metafísica de Duns Escoto- cómo la acción humana contiene en su seno la contingencia de la que está dotada la posibilidad ya efectivamente realizada. A su vez, mostrar que la causa de la contingencia en el mundo tiene su origen en el operar libre de a la primera causa eficiente incausada, que es Dios.

  • Conocimiento


Respecto de los universales, se pregunta qué diferencia habría entre la Metafísica (cuyo objeto es el ser) y la Lógica (cuyo objeto son los conceptos) si sólo fuesen un producto del entendimiento. Para salvar esta dificultad, Escoto considera a la esencia como indiferente respecto de la individualidad y la universalidad. Ella contiene virtualmente a ambos modos de ser. El universal es la esencia captada en los individuos por el entendimiento. El individuo, por su parte, se explica por la "hecceidad", acto último que concreta en lo singular la forma de su especie.

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