VITALISMO E HISTORICISMO
El vitalismo es
la posición filosófica caracterizada por postular la existencia de una fuerza o
impulso vital sin la que la vida no podría ser explicada. Se trataría de una
fuerza específica, distinta de la energía estudiada por la física y otras
ciencias naturales, que actuando sobre la materia organizada darían por
resultado la vida. Esta postura se opone a las explicaciones mecanicistas que
presentan la vida como fruto de la organización de los sistemas materiales que
le sirven de base.
Es un aspecto
del voluntarismo que argumenta que los organismos vivos (no la materia simple)
se distinguen de las entidades inertes porque poseen fuerza vital (o eran vital,
en francés) que no es ni física, ni química. Esta fuerza es identificada
frecuentemente con el alma de la que hablan muchas religiones.
Los vitalistas
establecen una frontera clara e infranqueable entre el mundo vivo y el inerte.
La muerte, a diferencia de la interpretación mecanicista característica de la
ciencia moderna, no sería efecto del deterioro de la organización del sistema,
sino resultado de la pérdida del impulso vital o de su separación del cuerpo
material.
El historicismo
es una tendencia filosófica, inspirada en las ideas de Benedetto Crece y Leopoldo
von Rank, que considera toda la realidad como el producto de un devenir histórico.
Concibe al ser esencialmente como un devenir, un proceso temporal, que no puede
ser captado por la razón. Concibe el devenir como historia y utiliza más la
ciencia del espíritu.
Según el
historicismo, la filosofía es un complemento de la historia. Su tarea consiste
en llevar a cabo una teoría de la historia. Esta se propone efectuar una
exploración sistemática de los hechos históricos. Los hechos políticos,
científicos, técnicos, artísticos, religiosos, etc., pueden ser considerados
hechos históricos porque tienen importancia para la vida del hombre.
Karl Popper
definió al historicismo como: "Una aproximación a las ciencias sociales
que asume que la predicción histórica es su objetivo principal, y que asume que
su objetivo es alcanzable mediante el descubrimiento de los "ritmos",
o los "patrones", las "leyes" o las "tendencias"
que subyacen a la evolución de la historia" (Introducción a La miseria del
historicismo).
Popper criticó
este tipo de historicismo, practicado, según él, por filósofos como Hegel, Marx
y Oswald Spengler.
La llamada
Escuela histórica del Derecho reconoce como antecedentes la idea jurídica de
los sofistas griegos en la antigüedad, y las de Vico en la llamada edad
moderna. La referida escuela, alcanzó su más alto desarrollo en Alemania con
las obras de Federico Carlos Savigny, Jorge Georg Friedrich Puchta y Gustav Von
Hugo.
Antes, en
Inglaterra, Edmund Burke en un trabajo titulado "Reflexiones sobre la
Revolución Francesa"(1790) había criticado duramente dicho movimiento político,
señalando la necesidad de inspirar toda acción social en la historia, el hábito
y la religión.
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