miércoles, 17 de septiembre de 2014

Vitalismo e Historicismo

VITALISMO E HISTORICISMO

El vitalismo es la posición filosófica caracterizada por postular la existencia de una fuerza o impulso vital sin la que la vida no podría ser explicada. Se trataría de una fuerza específica, distinta de la energía estudiada por la física y otras ciencias naturales, que actuando sobre la materia organizada darían por resultado la vida. Esta postura se opone a las explicaciones mecanicistas que presentan la vida como fruto de la organización de los sistemas materiales que le sirven de base.

Es un aspecto del voluntarismo que argumenta que los organismos vivos (no la materia simple) se distinguen de las entidades inertes porque poseen fuerza vital (o eran vital, en francés) que no es ni física, ni química. Esta fuerza es identificada frecuentemente con el alma de la que hablan muchas religiones.

Los vitalistas establecen una frontera clara e infranqueable entre el mundo vivo y el inerte. La muerte, a diferencia de la interpretación mecanicista característica de la ciencia moderna, no sería efecto del deterioro de la organización del sistema, sino resultado de la pérdida del impulso vital o de su separación del cuerpo material.

El historicismo es una tendencia filosófica, inspirada en las ideas de Benedetto Crece y Leopoldo von Rank, que considera toda la realidad como el producto de un devenir histórico. Concibe al ser esencialmente como un devenir, un proceso temporal, que no puede ser captado por la razón. Concibe el devenir como historia y utiliza más la ciencia del espíritu.

Según el historicismo, la filosofía es un complemento de la historia. Su tarea consiste en llevar a cabo una teoría de la historia. Esta se propone efectuar una exploración sistemática de los hechos históricos. Los hechos políticos, científicos, técnicos, artísticos, religiosos, etc., pueden ser considerados hechos históricos porque tienen importancia para la vida del hombre.

Karl Popper definió al historicismo como: "Una aproximación a las ciencias sociales que asume que la predicción histórica es su objetivo principal, y que asume que su objetivo es alcanzable mediante el descubrimiento de los "ritmos", o los "patrones", las "leyes" o las "tendencias" que subyacen a la evolución de la historia" (Introducción a La miseria del historicismo).

Popper criticó este tipo de historicismo, practicado, según él, por filósofos como Hegel, Marx y Oswald Spengler.

La llamada Escuela histórica del Derecho reconoce como antecedentes la idea jurídica de los sofistas griegos en la antigüedad, y las de Vico en la llamada edad moderna. La referida escuela, alcanzó su más alto desarrollo en Alemania con las obras de Federico Carlos Savigny, Jorge Georg Friedrich Puchta y Gustav Von Hugo.


Antes, en Inglaterra, Edmund Burke en un trabajo titulado "Reflexiones sobre la Revolución Francesa"(1790) había criticado duramente dicho movimiento político, señalando la necesidad de inspirar toda acción social en la historia, el hábito y la religión.

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