San Alberto Magno:
Estudió en Padua, donde tomó
el hábito de Santo Domingo de
Guzmán y profundizó
en el conocimiento de la filosofía aristotélica, y en París,
doctorándose en 1245. Enseñó en
algunas de las pocas Universidades que existían
en ese momento en Europa, también desempeñó su trabajo en distintos conventos a
lo largo deAlemania.
En la universidad de París tradujo,
comentó y clasificó textos antiguos, especialmente de Aristóteles. Añadió a
estos sus propios comentarios y experimentos, aunque Alberto Magno no veía los
experimentos como lo verían luego los fundadores de la ciencia moderna y en
especial Galileo Galilei, sino que en
su opinión la experimentación consistía en observar, describir y clasificar.
Este gran trabajo enciclopédico sentó las bases para el trabajo de su discípulo Santo Tomás de Aquino. También
trabajó en botánica y en alquimia, destacando
por el descubrimiento del arsénico en 1250. En geografía y astronomía explicó, con
argumentos sólidos, que latierra
es redonda.
En 1259 ó 1260, fue
ordenado obispo de la sede de Ratisbona, cargo que
dejaría poco después habiendo remediado algunos de los problemas que tenía la diócesis. En 1263, el Papa Urbano IV aceptaría su
renuncia, permitiéndole volver de nuevo a la vida de comunidad en el convento
de Wurzburgo y a
enseñar en Colonia.
Murió a la edad de 87 (o 74) años, cuando se hallaba
sentado conversando con sus hermanos en Colonia. Antes había mandado construir
su propia tumba, ante la que cada día rezaba el oficio de
difuntos. Está enterrado en la cripta de la Iglesia de San
Andrés, en Colonia.
Fue beatificado en 1622, pero la canonización
se haría esperar todavía. En 1872 y en 1927, los obispos
alemanes pidieron a la Santa Sede su
canonización, pero sin éxito. El 16 de diciembre de 1931, Pío XI, proclamó a
Alberto Magno Doctor de la
Iglesia lo que
equivalía a la canonización. Su fiesta en la Iglesia Católica se celebra el 15 de noviembre. San Alberto
es el patrono de los estudiantes de ciencias
naturales, ciencias
químicas y de ciencias exactas.
PENSAMIENTO
“Se distinguió por su apertura intelectual al adoptar el pensamiento de
Aristóteles para presentar la fe cristiana. Se le conoce como un erudito,
naturalista, filósofo, teólogo y escritor enciclopédico por enseñar y escribir
lo concerniente a la actuales Química, fisiología, Geografía, geología,
astronomía, botánica, Física y Biología.
San Alberto es un científico, pero ante todo es un teólogo, observante y
mortificado, hombre de oración ininterrumpida. Pasa muchas noches en la
oración, amante de la Eucaristía: "Celebraba los Misterios Divinos con la
más grande pureza y el más ardiente amor".
Pero San Alberto Magno es un místico que descubre a Dios en el encanto
de la creación. Y un místico mariano, con una sencilla y profunda devoción a la
Virgen María. Su amor a la Virgen es ingenuo y profundo a la vez.
Fue canonizado por Pio Xl el 16 de diciembre
de 1.931. Pio XII, en 1.941, lo declara Patrono de los científicos. La gran
gloria de San Alberto es sin duda su discípulo Santo Tomás de Aquino.”
REFLEXION PERSONAL
Leyendo en diferentes sitios de Internet me di cuenta que “Alberto
Magno” fue un hombre muy culto y muy querido, porque ya en su tiempo la gente
lo llamaba "El Magno", el grande, el magnífico, por la sabiduría tan
admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también "El Doctor
Universal" porque sabía de todo: de ciencias religiosas, de ciencias
naturales, de filosofía, etc. Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y
teólogo. La gente decía "Sabe todo lo que se puede saber" y le daba
el título de "milagro de la época", "maravilla de
conocimientos" y otros más.
Tuvo el honor San Alberto de haber sido el maestro del más grande sabio
que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino, y esto le aumentó su
celebridad. El descubrió el genio que había en el joven Tomás.
Como su Filosofía coincide con la de Santo Tomás, que expondremos
después, bien que es menos completa y elevada que la de éste, nos limitaremos
aquí a las siguientes indicaciones:
1.ª La Filosofía de Alberto Magno es la Filosofía aristotélica,
incorporada y como encarnada en la Filosofía cristiana, en la parte en que
aquélla no se opone a las verdades fundamentales de ésta, pero sin excluir,
antes bien asimilándose elementos platónicos e ideas de las escuelas árabes,
judaicas y neoplatónicas. Alberto Magno, lejos de seguir ciegamente a
Aristóteles, según piensan algunos, pone de manifiesto y combate sus errores
cuando se presenta la ocasión; reprende y ridiculiza a los que hacen de él una
especie de Dios, y recuerda oportunamente que, puesto que fue un hombre como
nosotros, pudo errar como nosotros: Si
autem creditipsum (Aristotelem) esse hominem, tunc proculdubio errare potuit,
sicut et nos.
2.ª Aunque concede cierta preferencia a Aristóteles por la mayor
universalidad y variedad de sus conocimientos, reconoce a la vez la importancia
especial de Platón, a quien coloca al lado de Aristóteles, considerándole como
complemento necesario y natural del Estagirita en el terreno filosófico, de
manera que, en concepto de Alberto Magno, las Filosofías de Aristóteles y de
Platón se completan la una a la otra: Scias, quod non perficitur homo in philosophia, nisi ex scientia duarum
philosophiarum, Aristotelis, et Platonis.
Los que han escrito y repetido que Alberto Magno fue simplemente
el simius de
Aristóteles, pueden reflexionar sobre este pasaje y el anterior. Esto, haciendo
caso omiso de sus frecuentes citas de filósofos árabes, neoplatónicos, hebreos,
sin contar sus impugnaciones de determinadas teorías de Aristóteles, y sobre
todo sin contar las muchas observaciones y experimentos originales que se
hallan en sus escritos.
3.ª Con respecto a su teoría cosmológica, conviene tener presente que,
lejos de admitirla emanación divina del mundo, como tan inexactamente y tan sin
fundamento le atribuye Tennemann, enseña y afirma terminantemente que Dios creó
el mundo de la nada:Mundus a primo
Creatore solo Deo incepit per creationem.... Deus ex nihilo fecit mundum.
4.ª La metafísica o prima
philosophia, es para Alberto Magno la ciencia del Ser y de sus
propiedades trascendentales, entre las cuales son las más importantes la
unidad, la verdad y la bondad (unum, verum, bonum), conceptos que este filósofo analiza y discute con
notable profundidad, lo mismo que la idea de Dios, que constituye el objeto de
la teología natural. Por cierto que, al desenvolver el concepto metafísico de
Dios, se acerca a la concepción ontológica de San Anselmo, y hasta parece
aceptarla, puesto que dice que es propio de Dios, no solamente existir, y no
poder dejar de existir, sino no poder pensarse su no existir: Soli Deo proprium est esse, et non posse non
esse, et non posse cogitari non esse.
5.ª Excusado parece decir que Alberto Magno resuelve el problema de los
universales en el sentido del realismo moderado (universalia in re) o aristotélico, refutando a la vez el
nominalismo y el realismo platónico. A pesar del carácter de sutileza excesiva
que los autores contemporáneos solían dar a la lógica, en la que se trataba la
cuestión de los universales, la definición que Alberto Magno da de esta ciencia
se distingue por su carácter comprensivo, y, digámoslo así, práctico y
positivo, apellidándola la sabiduría o ciencia que enseña de qué modo y por qué
medios llega la razón a lo desconocido por medio de lo conocido: Docens qualiter et per quae devenitur per
notum ad ignoti notitiam.
6.ª Su concepción psicológica es tan completa, filosófica y científica
como permitía el estado de la ciencia a la sazón, siendo muy numerosas y
acertadas las observaciones de que echa mano al desenvolver el concepto del
alma racional en sí misma, en sus facultades, en sus relaciones con el cuerpo y
hasta por parte de la gradación o escala de la vida y de sus manifestaciones.
Alberto Magno expresa gráficamente esta gradación cosmológica, o, digamos mejor,
biológica, diciendo que la razón está creada o tiene su lugar propio en la
sombra, como si dijéramos, en la penumbra, en la atmósfera, en los confines de
la inteligencia, los sentidos en la sombra o penumbra de la razón, y la vida
vegetativa en la sombra o confines de la sensibilidad: Ratio creatur in umbra intelligentiae;
sensus in umbra rationis; vita vegetabilis in umbra sensus. Téngase
presente que la inteligencia se toma aquí como facultad superior a la razón y
como facultad propia de los ángeles y de Dios.
7.ª Por lo que hace a sus conocimientos en ciencias naturales y físicas,
es indudable que eran muy superiores a los de sus contemporáneos, como lo
comprueban a cada paso sus obras, en las que discurre acertadamente acerca de
cuestiones difíciles de resolver en su tiempo, y rechaza preocupaciones muy
arraigadas por entonces aun entre los sabios. Alberto Magno, no sólo admite la
existencia de antípodas, sino que alega razones y argumentos para probar que la
zona tórrida es habitable, mientras que por otro lado rechaza las
preocupaciones y temores del vulgo y de los sabios acerca de la fascinación y
demás daños que se atribuían a las artes mágicas: Non approbo dictum Avicennae et Algazel de fascinatione, quia credo
quod non nocet fascinatio nec nocere potest ars magica, nec facit aliquid ex
his quae timentur de talibus.
8.ª Los que le atribuyen la opinión de que es posible la piedra
filosofal, se conoce que no han leído sus obras, en las cuales dice
expresamente que no es posible la fabricación del oro, ya fundándose en que el
arte no puede producir formas substanciales (non est probatum hoc quod educitur de plumbo, esse aurum, eo quod sola
ars non potest dare formam substantialem), ya alegando otras razones (3)
más o menos sólidas y científicas. En cambio, las fábulas referentes a su
persona y a sus obras, acreditadas entre el vulgo de su tiempo y consignadas en
leyendas (4), y que le dieron renombre de mago entre sus conciudadanos, indican
bien a las claras que el filósofo de Bollstadt poseía conocimientos
extraordinarios y muy superiores a su siglo en lo que atañe a las ciencias
físicas y naturales.
9.ª Es muy probable que Alberto Magno tenía ideas y teorías especiales,
no ya sólo en orden a ciencias determinadas, como geografía, química,
astronomía, etc., sino con respecto a las ciencias propiamente físicas, o sea a
la Filosofía natural, como entonces se la apellidaba; pero que no se decidió a
manifestarlas, en atención a que los hombres de su época no se hallaban en
disposición de recibirlas y comprenderlas. En más de una ocasión el maestro de
Santo Tomás advierte que expone y presenta la doctrina de Aristóteles y de
otros filósofos, y no la suya propia, insistiendo sobre esto de una manera más
explícita y significativa cuando se trata de la física: Dicta Peripateticorum, prout melius potui,
exposui; nec aliquis in eo potest deprehendere, quid ego ipse sentiam in
philosophia naturali.
La idea contenida en estas palabras, con que termina el libro De Animalibus, se halla reproducida
en otros pasajes de sus obras (5), en los cuales se vislumbra claramente que el
pensamiento de Alberto Magno, como investigador y observador original, no
siempre coincidía con el pensamiento del libro interpretado o comentado.
10.ª También se equivocaría grandemente el que creyese que Alberto
Magno, al desenvolver el concepto de Dios, presenta una concepción árida,
descarnada, puramente dialéctica. Lejos de eso, su concepción sobre este punto
capital de la metafísica es una concepción tan profunda y filosófica, como
animada, espontánea, llena de sentimiento y de vida. Después de sentar que la
concentración y reflexión del alma sobre sí misma la prepara y dispone para
elevarse al conocimiento de Dios, de manera que el alma nos sirva de escala
para llegar a la contemplación (et se
scalam erigit, per quam transeat ad contemplandum Deum) intelectual de
Dios, el filósofo alemán nos habla en términos magníficos de esa esencia divina
que contiene en sí desde la eternidad y en unidad simplicísima las perfecciones
de todas las cosas (omnium in se
continet perfectiones sirnplicissime ab aeterno); de ese Dios que puede
y sabe crear con una simple señal de su voluntad (uno voluntatis nutu), seres y seres infinitamente más perfectos;
de ese Dios en quien existen de una manera inmutable los principios, las
razones y las esencias de las cosas mudables; en quien están y viven todas las
cosas (in eo sempiteme vivunt),
sin confundirse ni identificarse con su esencia; que da a todas las cosas el
ser, el poder y el obrar, o sea la substancia, la virtud o facultad y la
operación, y que extiende su providencia a todo, desde lo máximo hasta lo
mínimo, desde los géneros más universales hasta los individuos: Qui omnibus dat esse, posse et operari, id
est, substantiam, virtutem et operationem.... Deus immediate omnibus providet
et usque ad ultima singularia; nihil igitur a maximo usque ad minimum
sempiternam Dei providentiam effugit (6).
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