miércoles, 17 de septiembre de 2014

Filosofía Árabe y Judía

FILOSOFIA ARABE Y JUDIA 


LA FILOSOFIA ARABE


Los árabes, conquistadas en el siglo VII Persia, Mesopotamia y Siria, entran en contacto, con el pensamiento griego, contacto que es indirecto: los textos aristotélicos eran traducidos del griego al siriaco y del siriaco al árabe. Además, conocieron un Aristóteles ya interpretado y comentado por los neoplatónicos. En Bagdad surgió un centro importantísimo de estudios que florecía hacia el siglo XIII. La cultura helenístico-cristiana, asimilada por los árabes, a continuación de la fundación del Califato de Córdoba, es trasplantada al mundo latino. Los árabes, inteligentes asimiladores más que originales creadores, se esfuerzan en conservar el patrimonio de la ciencia antigua. Su interés reside preferentemente en lo científico y, en enfecto, son dos cultivadores de la medicina los mayores representantes de la filosofía árabe: Avicena y Averroes.

La obra de Aristóteles ocupa toda la especulación árabe, pero de un Aristóteles neoplatonizado y conocido a través de los comentadores helenísticos y los traductores siriacos, así como también a través de obras neoplatónicas atribuidas falsamente al Estagirita. El aristotelismo árabe tuvo una fundamental preocupación religiosa: la interpretación racional del Corán, para establecer las relaciones entre la religión y la filosofía. Hay, entonces, una Escolástica Musualmana, como también una Judaica y Cristiana, correspondiente a las tres religiones que se influyeron recíprocamente.

La filosofía árabe puede dividirse en dos grandes sectores: el de Oriente y el de Occidente. El primero tuvo como centro a Bagdad. Fueron sus representantes más importantes ALKINDI en el siglo IX, ALFARABI en el siglo X, y sobre todo, AVICENA (980-1037), filósofo, teólogo y médico, autor de la importante obra Al-Schefa, una especie de suma de su filosofía, de inspiración aristotélica, también de la llamada Metafísica de Avicena que ejerció gran influencia en el medioevo, del Canon de la Medicina y diferentes trabajos enciclopédicos.

Para Avicena, la materia informe no fue creada por Dios y como Dios es eterna. Las formas de las cosas, que están en Dios desde la eternidad, son puestas por Dios en la materia, primero como potencia de las cosas y después como fuerza realizadora de las mismas potencias de seres intermedios que emanan de la Absoluta Unidad o Dios. Uno de estos seres es la primera inteligencia de la que deriva una cadena de efectos, el último de los cuales es el alma de la esfera lunar, a la que está conectado el entendimiento agente, que obra sobre las almas humanas. En el mundo humano o sublunar, el alma de la esfera lunar da a cada cosa la forma que le pertenece según su potencia de captación. Las almas humanas, bajo la acción del entendimiento agente universal, realizan el entendimiento posible o la potencia que le es propia y se constituyen en sustancias inteligentes e inmortales.

En Occidente, Córdoba (España) fue el centro más floreciente del pensamiento árabe a finales del siglo XI y durante todo el siglo XII. Las figuras más representativas son AVEMPACE, ABEN TOFAIL y, sobre todo, AVERROES (1100-1185), de Córdoba, médico, matemático, teólogo y filósofo, autor además del Comentario de Aristóteles, de originales obras. Su influencia fue grande en la época.

Según Averroes, el mundo emana de Dios. A la esfera lunar pertenece el intelecto agente universal, que obra sobre las cosas del mundo sublunar. Todo hombre, además del alma vegetativa y sensitiva, posee una disposición a pensar o entendimiento pasivo. Sobre éste obra el único intelecto activo propio de la esfera lunar, el cual obra sobre las imágenes sensibles formadas por el intelecto pasivo y abstrae de ellas las formas inteligibles. El intelecto activo y único no pertenece, por lo tanto, a ningún hombre y se une sólo accidentalmente con el intelecto pasivo para ponerle en acto las formas inteligibles. Sólo el único intelecto activo impersonal es inmortal, mientras que lo individual y personal muere.


LA FILOSOFIA JUDAICA


Unida a cuestiones teológicas y empeñada en formar una escolástica hebraica, se presenta la filosofía judaico-española medioeval de los siglos XI y XII, influida por los árabes y neoplatonismo. Entre sus representantes sobresalen principalmente Avicebrón y Maimónides.

AVICEBRON (1020-1070) establecido en Zaragoza y autor del Fons Vitae donde construye una síntesis filosófico-teológica mezclando influencias neoplatónicas y Aristotélicas. Sostiene un monismo emanantista del Uno incognoscible o Dios a los seres finitos que de El inagotablemente proceden. Del Uno emana el Espíritu Cósmico, compuesto de materia y de forma, de él derivan los espíritus puros y los seres corporales, compuestos unos y otros de materia y de forma, o de potencia y determinación. El hombre, para Avicebrón, es un microcosmos: síntesis, como cuerpo del mundo corpóreo y como alma de todas las distintas almas (vegetativa, sensitiva y racional). Por tanto, el alma está compuesta de potencia y de acto, es decir, de una parte material también, aunque sin ser corpórea. Con la inteligencia el hombre se eleva a la intuición del infinitivo, al cual tienden, como Bien Sumo, el espíritu cósmico y todos los seres que de él proceden.

El verdadero teólogo del judaísmo es MOISES MAIMONIDES (1135-1204), de Córdoba, contemporáneo de Averroes, autor de la Guía de los Perplejos. Trata de armonizar la filosofía aristotélica con la religión judaica. Para Maimónides el objeto último de la religión y la filosofía es el conocimiento de Dios, por lo que, si el objeto es idénticos, los principios y los resultados de la una no pueden discordar de los de la otra. Convencer a los “perplejos” sobre el modo de hacer compatibles la religión y la filosofía es el fin que se señala. De aquí la importancia que él da a los problemas de la existencia y del conocimiento de Dios, objeto supremo de la metafísica y de la teología.

Para demostrar la existencia de Dios, anticipándose a las cinco vías de Santo Tomás, sostiene, además del argumento del Primer motor como causa del movimiento, los siguientes: a) Existen los seres contingentes y limitados, luego existe el Ser Necesario e Infinito. b) Todo efecto supone una causa, luego existe una Causa Primera. El hombre no puede conocer la esencia de Dios, sino sólo sus efectos: Dios se conoce mejor por vía de negación (se puede decir lo que no es), que por vía de afirmación (no se sabe lo que es).

A diferencia de los otros aristotélicos neoplatonizados, Maimónides admite que el mundo ha sido creado por Dios en el tiempo. Entre nuestro mundo y Dios hay una jerarquía de esferas, dispuestas según su grado de perfección. A todo lo creado se extiende la Divina Providencia. En cambio, con Averroes, Maimónides admite un único entendimiento separado que, obrando sobre el entendimiento pasivo de todo hombre singular, forma en él “el entendimiento adquirido”, que después de la muerte se une al entendimiento agente. También Maimónides ejerció una gran influencia sobre la filosofía escolástica y después sobre Baruc Spinoza en la época moderna.

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