MARX:
El
paulatino y ya casi evidente fracaso de supuestas aplicaciones prácticas de
sus ideas políticas y económicas, no debe ensombrecer la talla de Karl Marx
como pensador revolucionario, cuya obra significó en las ciencias
socioeconómicas un vuelco similar al producido por Freud en la psicología o
Einstein en la física. La cristalización y dogmatizarían de su brillante
propuesta intelectual ha tenido un precio que la historia juzgará y él no
hubiera avalado. Con Marx, la ética política deja de ser una ciencia infusa y
la doctrina económica una velada defensa de intereses particulares. Después
de él, la comunidad internacional ya no tiene excusas racionales para no
avanzar hacia la justicia y la igualdad desde el análisis científico de los
hechos, sus relaciones, causas y consecuencias.
Karl
Marx nació en la Renania prusiana actual Alemania, en la ciudad de Traer
(antes Través, en español Tréveris) el 5 de mayo de 1818. Fue uno de los
siete hijos del abogado judío Heinrich Marx y de su esposa holandesa
Henrietta Pressburg. El padre era un hombre inclinado a la Ilustración y a
las ideas moderadamente liberales, devoto de Kant y de Voltaire. Por tanto,
Karl tuvo una infancia habitual en la burguesía culta de su tiempo, y asistió
a la escuela y cursó el bachillerato en su ciudad natal.
Karl
En
octubre de 1835, con diecisiete años, se inscribió en los cursos de
humanidades de la Universidad de Bonn. Pasó allí sólo un año, en el que
estudió griego e historia y llevó una agitada vida estudiantil, incluyendo un
duelo y un día de calabozo por alcoholismo y desórdenes (fue la única vez que
el fundador del comunismo científico estuvo en prisión). El ambiente
universitario de Bonn era rebelde y politizado, por lo que Karl se hizo
miembro de un círculo en el que se discutía de política y poesía, y llegó a
presidir el Club de las Tabernas, que tenía otros fines. Pese a tantas
actividades, de pronto resolvió pasarse a la Universidad de Berlín, en la que
ingresó al año siguiente, también en el mes de octubre.
En
Berlín se apuntó para estudiar leyes y filosofía, sin abandonar su
inclinación por la historia. Encontró muchos amigos y una novia, Jenny von
Westphalen, joven inteligente y atractiva de veintidós años (cuatro más que
Karl Marx), perteneciente a una familia de funcionarios de reciente nobleza,
que jamás tragarían al «noviecito» judío e intelectual de Jenny.
Un joven hegeliano
Georg
W. F. Hegel acababa de morir y el ambiente universitario berlinés era
fervorosamente hegeliano, aunque cada grupo o cenáculo estudiantil
interpretaba las ideas del creador de la dialéctica a su manera. El joven
Marx se vio inmerso en esas discusiones, que lo llevaron a una profunda
depresión y al primer descalabro de su frágil salud. En prenda a su rigor
intelectual, aceptó incorporarse a «una concepción que odiaba» (según carta a
su padre de noviembre de 1837) y se unió al grupo de seguidores del joven
profesor Bruno Bauer, que sostenía las ideas más progresistas y democráticas
de la obra de Hegel y el cuestionamiento del pensamiento matemático y formal.
Bauer
fue expulsado de la universidad por «radical» en 1839, pero los jóvenes
hegelianos ya eran republicanos de izquierdas que utilizaban la filosofía y
la dialéctica como instrumento crítico de la rígida sociedad prusiana en la
que vivían. No obstante, Marx y sus compañeros eran todavía idealistas y
bastante románticos, al confiar en que la sociedad cambiaría gracias al
desarrollo de la cultura y la educación. Esta posición no era compartida por
el periodista Adolph Rutemberg, el más íntimo amigo de Karl en esa época, que
lo impulsaba a conocer la lóbrega realidad de los obreros y los menesterosos.
A
instancias de sus amigos y de Jenny, en abril de 1841 presentó una brillante
tesis doctoral que contrastaba la filosofía de Demócrito y la de Epicuro,
incluyendo la después famosa frase: «La crítica es también teoría», con lo
que se doctoró en filosofía cuando aún no había cumplido veintitrés años. No
irían mucho más allá sus logros académicos. A principios del año siguiente se
incorporó a una publicación fundada por las fuerzas más progresistas de
Colonia, entonces capital industrial de Prusia.
Como
redactor de la Rheinische Zeitung (Gaceta de Renania), Marx tomó contacto con
las realidades sociales y la naturaleza crudamente clasista de la legislación
prusiana. Nombrado otra vez director de la revista en octubre de 1842, sus
crónicas parlamentarias desde la Dieta renana denunciaban al Estado como
guardián y valedor de los intereses de los empresarios y expresaban su
interpretación radical del pensamiento hegeliano, en tanto que el Estado no
cumplía su función esencial como realización ética de la especificidad
humana.
Su
labor como periodista político lo llevó a tomar conocimiento de los
movimientos obreros en Francia e Inglaterra, especialmente por las crónicas
de Heine desde París y Lyon, y de las ideas del socialismo utópico mantenidas
por Fourier, Owen, Saint Simón y Weitlig. Desde hacía un tiempo estaba fuertemente
Influido por el pensamiento de Ludwig von Feuerbach, discípulo de Hegel que
elaboró lo que suele resumirse como un «humanismo ateo». Marx comenzó a
intentar casar ese materialismo con la dialéctica hegeliana sin llegar a
plantearse todavía nada que pudiera llamarse lucha de clases. Justificaba en
sus artículos las reivindicaciones proletarias europeas como rebelión de «la
clase que hasta ahora no ha poseído nada», un fenómeno natural y
circunstancial motivado por la insensibilidad del estamento dominante, que no
cumplía adecuadamente su papel rector. Incluso criticaba abiertamente las
ideas del comunismo utópico por su parcialidad clasista, que dejaba de lado
las «comprensiones objetivas» de la realidad. En última instancia siguió
defendiendo el estado integral humanista de Hegel, frente al «estado de
artesanos» que, en su opinión, propiciaban los protocomunistas.
La
censura prusiana presionó seriamente contra los editores de la Rheinische
Zeitung y Marx se vio obligado a dimitir. No deseaba regresar a la carrera
académica a causa del rígido control ideológico implantado por el gobierno en
la universidad. Tras siete años de noviazgo, se casó con Jenny en junio de
1843 y ambos se sumaron a la emigración política alemana que se dirigió a
París. Allí conocería a la crema de la juventud revolucionaria europea, como
Heine, Borne, Proado y, sobre todo, Friedrich Engels.
PENSAMIENTO |
HOMBRE:
La concepción
antropológica de Karl Marx sostiene que en el hombre debe prevalecer la
actividad, por encima de la razón. Añade que el ser humano se hace a sí mismo
mediante su trabajo, no respondiendo a ningún modelo anterior. Subraya que el
hombre es un ser activo y que su naturaleza teórica es superada por la
práctica.
Mantiene,
asimismo, que desde las sociedades esclavistas se ha pretendido que la razón es
superior a la acción, lo que rechaza de plano. Aduce Marx que la actividad, es
decir, trabajo y acción, mantienen a los seres humanos en un rígido contacto
entre ellos, haciendo posible la transformación y control de la naturaleza en
su beneficio.
Marx puntualizó
que en el trabajo de cada ser humano se da un proceso de alienación que acaba
por convertirlo en una cosa. Es su propia actividad (proletaria) la que termina
por esclavizarlo y transformarlo en algo distinto a su propia esencia. Por
dicho motivo, preconiza que toda actividad humana debe llevarlo a cada
individuo a escapar de dicha alienación.
DIOS:
En la teoría y en la
práctica, el marxismo refleja su base atea. Ser marxista demanda una adherencia
al ateísmo. Ser un buen marxista conlleva ser un propagador del ateísmo. Ser el
mejor marxista es ver el ateísmo como parte de la visión científica,
materialista y socialista, y esforzarse para erradicar todo sentimiento
religioso. El juicio al marxismo continúa junto con su teología atea.
MUNDO:
Frederick Engels
explica el corazón de la filosofía marxista: "La unidad verdadera del
mundo consiste en su importancia relativa, y esto es demostrado. . . por un
desarrollo largo y prolongado de la filosofía y de las ciencias naturales. . .
. Pero si surge la. . . pregunta: ¿qué son, entonces, el pensamiento y la
consciencia, y de dónde vienen?, se hace patente que son productos del cerebro
humano y que el hombre mismo es un producto de la naturaleza, que ha sido
desarrollado en su ambiente y junto con él."
CONOCIMIENTO:
El
conocimiento para Marx no es un elemento puramente cognoscitivo o contemplativo
sino que tiene siempre una dimensión práctica y pragmática dirigida a la
transformación de la realidad. Este es un punto importante. La realidad es
conocimiento aplicado, la ciencia es para Marx conocimiento ligado al interés
revolucionario y transformador. Que teoría y práctica estén unidas es otro
elemento propio del marxismo que lo distingue del resto de teorías. Nuestro
conocimiento es pragmático, tiene el objetivo de transformar.
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