ESCOLASTICA
La segunda etapa en la filosofía medieval, la
Escolástica, surgirá a partir del siglo XIII. Dicha centuria se convertirá en
el de la metafísica, consecuencia del conocimiento de Aristóteles y del
neoplatonismo greco-árabe cuyo objetivo principal es descubrir las causas
profundas o esenciales y después practicar a partir de ellas el método
científico por excelencia con la reinterpretación de Aristóteles, gracias a
nuevas traducciones que se realizan en las Escuelas y Universidades entre las
que destacaremos la Escuela de Traductores de Toledo. En estos espacios,
surgidos todos en tiempos del Medievo, se va a cultivar un saber principalmente
teológico y filosófico por el que a través de la ciencia de Aristóteles, se
intentará explicar la existencia sobrenatural de Dios. A pesar de que la
Escolástica es principalmente teología, es esencialmente filosofía. Así los
dice dirá Julián Marías: la Escolástica trata problemas filosóficos que surgen
con ocasión de cuestiones religiosas y teológicas.
El máximo representante en nuestro país será Averroes
quien se afana por una interpretación literal del filósofo griego, afirmando la
existencia de la Doble Verdad, representada en la religión y la filosofía.
Averroes, cordobés, ha obtenido el reconocimiento por ser el filósofo que
consagró el triunfo de Aristóteles entre los árabes, a quien procesa una
profunda admiración, como lo demuestran sus tres obras en las que comenta los
libros del griego, ejerciendo una influencia profunda entre los latinos.
Lejos de nuestras fronteras encontramos a Santo Tomás de
Aquino quien desarrolló una teoría que conjugaba las posibilidades del
cristianismo con las ideas aristotélicas, que con el tiempo se convertirán en
las ideas oficiales del catolicismo.
Los tres grandes problemas de la filosofía medieval lo
constituyeron "Dios", "Relaciones entre Fe y Razón" y
"Los Universales". La primera de las cuestiones, la referida a Dios,
plantea en los filósofos medievales la necesidad de explicar mediante métodos
científicos la existencia del mismo siendo no sólo cuestión de fe sino también
de ciencia.
La segunda, va a ser respondida a través de una unión
entre ambas que, según los autores de este tiempo, no son incompatibles sino,
muy al contrario, se convertirán en conceptos complementarios. Dentro de este
segundo punto encontramos tres posturas que corresponden a tres autores a los
que ya hemos hecho referencia, muy diferentes entre sí: aquella defendida
principalmente por San Agustín en la que sólo existe una Verdad que es dada a
través de la confluencia de ambas corrientes. La segunda de ellas es la
defendida por Averroes, llamada de la Doble Verdad ya que bajo su punto de
vista ambas fuentes son independientes y por tanto independientes van a ser sus
resultados aunque confluyan en un punto común. La postura de la autonomía
armónica fue defendida por San Tomás quien pensaba que ambas, religión y fe,
comparten verdades que pueden ser explicadas sin la necesidad de la otra.
Los "universales son, atendiendo a la tercera de las
cuestiones, los problemas más debatidos por los filósofos medievales,
consistentes en decidir si las ideas más generales y abstractas poseen
existencia separada e independiente del entendimiento humano o son sólo
nombres, definiciones. A esta cuestión encontramos tres respuestas distintas en
la Edad Media que se repetirán en otras etapas y corrientes filosóficas desde
diversos puntos de vista: la realizada por Roscelino de Compiègne, por
Guillermo de Champeaux y por Pedro Abelardo
1. Caracterización y cronología
Se da el nombre de Escolástica a aquello filosofía
cristiana que aspira a desarrollar y fundamentar la doctrina de la Iglesia como
sistema científico (Vorlander). Debe su nombre a las escuelas en que fue
enseñada. Doctores scholastici, o escolásticos, se llamó originalmente a los
maestros de las siete "artes liberales": gramática, dialéctica y
retórica (trvium); aritmética,
geometría, música y astronomía (quadrivium).
Con la Escolástica, coincide en Alemania el desarrollo de
corrientes místicas que culminan en el tercero de los períodos que adelante se
determinan. Conviene recordar, además, que en la Edad Media florecieron también
filosofías no cristianas: árabe y judía, especialmente.
La historia de la Escolástica se puede dividir, cronológicamente,
en tres períodos:
1. Sus comienzos (siglo IX a inicios del XIII),
2. Su culminación (siglos XIII y XIV), y
3. Su decadencia (siglo XIV -fines- y siglo XV).
2. Comienzos de la Escolástica
Figuras importantes, dentro de este período, fueron Juan
Eriugena o Escoto, San Anselmo de Caterbury y Pedro Abelardo.
Eriugena (siglo IX) tomó parte en la controversia
teológica sobre la predestinación. Experimenté la influencia del pensamiento
agustiniano y escribió la obra De divisiones natural, que es una filosofía de
la naturaleza, pero de carácter místico. Para Eriugena, las cosas sólo existen
en cuanto son conocidas. Y son manifestaciones de Dios ("teofanías").
Nuestra personal existencia, además, es la revelación de Dios en nosotros
mismos, porque nada existe fuera de él.
En la célebre discusión de "los universales"
-nominalistas y realistas- intervino San Anselmo de Caterbury (siglo XI). Esta
disputa consistió en que ciertos filósofos escolásticos afirmaban que los
conceptos universales constituyen lo que verdaderamente existe (realismo), en
tanto que los otros afirmaban que tales conceptos universales son meras
palabras o abstracciones del intelecto (nominalismo, de "numen",
palabra). Eugena fue "realista" lo mismo que San Anselmo de
Canterbury. Este formuló la célebre "prueba ontológica" de la
existencia de Dios: -El ser más general tiene también que ser el más real y el
más perfecto, y como tal no puede menos que existir, porque su existencia es su
esencia.38
Pedro Abelardo (1079-1142) era francés de origen y su
existencia fue apasionada y romántica. En la discusión sobre los universales
adopté una posición intermedia, afirmando que la realidad de lo universal se
manifiesta en la individualidad de cada ser (universalia in rebus) y que las
formas -ideas- de las cosas existen de antemano en el espíritu divino como
conceptos, pero que estos conceptos divinos solamente pueden ser conocidos por
el hombre en las cosas y mediante el ejercicio de su propia razón.
Sus aportes más importantes fueron de carácter
dialéctico. Sostiene que, en materia religiosa, los puntos de vista o argumentos
puramente autoritarios deben sustituir por argumentos racionales, toda vez que
la razón nos fue dada para el bien, por lo cual no debemos desconfiar de ella.
Ser cristiano, afirma Abelardo, equivale a ser lógico. Este gran pensador
interpretó muchos dogmas y afirmaciones bíblicas en sentido meramente
simbólico. Así, la ascensión de Cristo significa para un intelectual la
elevación de las almas al plano de lo extraterreno. Afirmó, además, que en el
mundo intelectual no caben los conceptos puramente materiales de un cielo o de
un infierno.
También se ocupó Abelardo de la ética. En este terreno,
su principal afirmación es la de que el hombre solo peca cuando obra contra su
conciencia. La ley natural es anterior a toda revelación, es decir, la norma
moral antecede a creencia religiosa. Y el amor es la virtud que nos salva y
redime. De aquí que en su Diálogo entre un filósofo, un judío y un cristiano,
no llegue a ninguna conclusión sobre "la mejor" de las religiones; en
cambio, los interlocutores terminan poniéndose de acuerdo partiendo de la ley
moral, que nos obliga al amor hacia toda la humanidad.
Como puede verse, las tesis de Abelardo -revolucionarias
para su época- han comenzado a ser aceptadas oficialmente por la Iglesia
Católica: Su modernidad hace de este gran pensador la figura más importante del
primer período escolástico.
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