miércoles, 17 de septiembre de 2014

Stuart Mill

STUART MILL:


(Londres, 1806 - Aviñón, Francia, 1873) Economista, lógico y filósofo británico. Hijo del también economista James Mill, fue educado de forma exclusiva por éste según los estrictos principios del Emilio de Rousseau. Dotado de una inteligencia extraordinaria, a los diez años estaba versado en griego y latín y poseía un exhaustivo conocimiento de los clásicos. A los trece años su padre le introdujo en los principios de la lógica y de la economía política, centrándose en este ámbito en la obra de Adam Smith y David Ricardo.

En 1823 ingresó en la Compañía de las Indias Orientales, donde llegaría a ocupar el cargo de jefe de la Oficina para las Relaciones con los Estados Indios. Activo políticamente en defensa de la causa abolicionista durante la guerra civil estadounidense, desde 1865 y durante tres años ocupó un escaño en la Cámara de los Comunes, donde sería objeto constante de polémica a causa de su decidido apoyo a las medidas a favor de las clases menos privilegiadas y de la igualdad de derechos para la mujer.
Sus primeros escritos aparecieron publicados en las páginas de los diarios The Traveller y The Morning Chronicle, y se ocuparon fundamentalmente de la defensa de la libre expresión. En 1824, la aparición de The Westminster Review, órgano de transmisión de las ideas filosóficas radicales, proporcionó a Mill un atrio privilegiado desde el que difundir su ideario liberal.
En el campo de la ética, Mill defendió una suerte de matizado utilitarismo en el que pueden entreverse influencias de Bentham y en el que introdujo una constante preocupación por incluir en el concepto habitual de «utilidad» las satisfacciones derivadas del libre ejercicio de la imaginación y la conciencia crítica. Sobre las principales tendencias filosóficas de su tiempo, Mill se manifestó a favor del positivismo contiene y contrario al intuicionismo de Hamilton.
Políticamente mostró siempre un gran entusiasmo por la forma democrática de gobierno, atemperado por el pesimismo sobre la incidencia real en el bienestar social de su práctica. Sus trabajos sobre lógica y metodología de las ciencias revistieron gran importancia en su tiempo, fundamentalmente mediante su búsqueda constante de un principio válido para la inferencia de leyes generales; tras los pasos de Hume, Mill definió la causalidad como un proceso empírico fálsale que denominó «inducción por enumeración».
En su papel como economista, Mill fue considerado históricamente como un representante tardío de la escuela clásica inglesa; algunos autores posteriores, como Marx, discutieron dicha filiación y destacaron su alejamiento de la noción del valor-trabajo. Su obra principal en el campo de la economía política apareció en 1848 bajo el título de Principles of Political Economy (Principios de economía política), en los que cabe distinguir tres partes diferenciadas.
En la primera, Mill elaboró un completo análisis del proceso de formación de los salarios que entendió determinado por la interacción entre la oferta de trabajo y de la demanda del mismo en forma de fondo de salarios. Consideró el beneficio como renta del capital y lo hizo dependiente del nivel general de precios. En su teoría del intercambio introdujo la utilidad como factor determinante del valor de cambio de un bien, a la par con su coste de producción. En el campo de la economía internacional se le debe la introducción del término «relación real de intercambio».
En la segunda parte se ocupó de cuestiones de estática y dinámica y expuso su idea de una evolución hacia el estancamiento de la totalidad del sistema capitalista a causa de una tendencia irreversible a la reducción de los beneficios, concepto que sería recuperado por Marx. La tercera parte es la que mejor refleja su talante reformista y trata de las medidas necesarias para favorecer una más justa distribución de la renta, entre las que Mill propuso la limitación de la herencia, la cooperación obrera e interterritorial y la promoción de la pequeña propiedad campesina.

PENSAMIENTO

HOMBRE: 

Los vínculos sociales tradicionales son compromisos que se establecen de manera natural no racional y no elegidos por deliberación sino tomados por inercia natural; por el contrario, la sociabilidad que plantea internet es la de la elección racional, no solo de identidades creadas por el propio individuo y, por tanto, proyecciones no de su identidad real sino de su identidad deseada, sino de fragmentos de esas identidades. Internet, precisamente, consiste en una anulación de la subjetividad de la persona, fragmentándola en pedazos elegidos por él de una modificación (o creación) de su identidad, y eliminando el componente de compromiso y normatividad de las relaciones, subvirtiendo todo proceso de sociabilidad humana y convirtiéndolo en un supermercado de identidades ficticias que son elegidas racionalmente a través del auto-interés.

DIOS:

Qué nos dice Stuart Mill en poco más de cien páginas. De inmediato, sin calentamiento previo, señala que la utilidad de la religión es independiente de la verdad que en ella se encuentre. Pero no se queda aquí sino que ofrece argumentos a favor de la posible utilidad de la religión, a saber: la religión puede ser o es “una llamada a los incrédulos para inducirlos a practicar una bienintencionada hipocresía; o una apelación a los se incrédulos para que desvíen sus ojos de lo que pudiera dar al traste con sus débiles creencias, o, finalmente, un aviso general dirigido a todas las personas para que se abstengan de expresar sus posibles dudas, ya que una construcción de tan enorme importancia para la humanidad es tan insegura en sus cimientos, que los hombres deben contener la respiración siempre que se acerquen a ella, por miedo a que se derrumbe de un soplo”.
Stuart Mill señala que la religión puede ser moralmente útil sin ser por ello intelectualmente concebible. Esta idea es la esencia del utilitarismo, de la que el citado autor es el padre – ver la entrada al respecto en Opus Prima –. Pero aunque dice que la religión puede ser moralmente útil no obvia la existencia histórica de aquellos que en nombre de Dios han hecho o han procurado el mal a otros, como las dragoneadas, nombre que recibieron las persecuciones que padecieron los protestantes de los católicos en tiempos del soberano Luís XIV, quien autorizó el asalto y destrucción de sus hogares. Sin embargo, a pesar de citar esta circunstancia no tiene reparos en afirmar que estos hechos nada tienen que ver con la religión en sí misma sino con la intromisión de ideologías – doctrinas morales menores dice el autor – que la han utilizado para sus funestos intereses.

MUNDO:

La Ética: rama de la filosofía; ciencia normativa que se ocupa de la Conducta humana; trata de razonar acerca de cómo debe ser ese comportamiento. Los principales filósofos y las principales doctrinas filosóficas asociados tradicionalmente a estas teorías son: Aristóteles y la doctrina clásica de las virtudes: Para que nuestra vida tenga un buen sentido es esencial que nuestros fines se unan a un solo fin que valorice a los demás. Kant y la doctrina de la autonomía del sujeto moral; Kant, defendió una ética autónoma. Según ésta, nuestros deberes no se nos pueden imponer desde un fin real ni ideal, tampoco es posible derivarlos desde los usos o desde las prácticas cotidianas. Stuart Mill y la doctrina de la utilidad común. La ética utilitarista es una ética irreal, que no toma en cuenta la realidad de la persona humana. Se plantea, como señala Abba, desde la perspectiva de la tercera persona, del legislador, considerando al hombre como un ser abstracto. Pero en ningún momento se plantea la perspectiva del mismo sujeto agente, del sujeto que, frente a determinadas circunstancias, debe actuar en un lugar y en un tiempo limitado (Giuseppe Abba, Felicidad, vida buena y virtud, Piensa, Barcelona, 1992, pág. 113). Una ética de este tipo no puede ser una ética que describa la realidad moral del hombre. De ahí que sea esencialmente inválida.

CONOCIMIENTO:

Mill formula cinco métodos de inducción que han pasado a conocerse como los Métodos de Mill: el método del acuerdo, el método de la diferencia, el método común o doble método de acuerdo y diferencia, el método de residuos y el de variaciones concomitantes. La característica común de estos métodos, el verdadero método de la investigación científica, es el de la eliminación. El resto de métodos están, por lo tanto, subordinados al método de la diferencia.

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