miércoles, 17 de septiembre de 2014

Wittgenstein

WITTGENSTEIN



 (Viena, actual Austria, 1889-Cambridge, Reino Unido, 1951) Filósofo británico de origen austriaco. Hijo de un importante industrial del acero, estudió ingeniería en Berlín y en Manchester, donde trabajó como investigador en el campo de la aeronáutica durante tres años. Empezó entonces a interesarse por las matemáticas y sus fundamentos filosóficos, y se trasladó a Cambridge para estudiar lógica bajo la dirección de Bertrand Russell (1912-1913). En ese tiempo tomaron cuerpo las ideas que luego desarrolló en su Tractatus, obra que redactó durante la Primera Guerra Mundial, en la cual combatió como voluntario del ejército austriaco. Al reincorporarse a la vida civil, renunció a la fortuna heredada de su padre en favor de dos de sus hermanas.

Siguieron unos años de alejamiento de la filosofía durante los que fue maestro de escuela (1920-1926), para ocuparse luego como arquitecto del proyecto y la edificación de la residencia en Viena de una de sus hermanas. En 1929 regresó a Cambridge para dedicarse de nuevo a la filosofía, y ese mismo año obtuvo el doctorado tras presentar como tesis el Tractatus ante un tribunal formado por B. Russell y G. E. Moore (a quien Wittgenstein sucedió en la cátedra de filosofía diez años más tarde). En 1947 abandonó la enseñanza, insatisfecho con su labor como profesor y deseoso de «pensar en soledad».

Su filosofía suele considerarse dividida en dos fases, la segunda de ellas caracterizada por una crítica radical de las tesis defendidas en la primera; existen, con todo, rasgos comunes a ambas, como el interés por analizar el lenguaje como método de reflexión filosófica.

El primer Wittgenstein está representado por el Tractatus, conjunto de aforismos escritos con un lenguaje bastante críptico, que, inspirados en el atomismo lógico de Russell, investigan las relaciones entre el lenguaje y el mundo; el lenguaje «figura» el mundo en la medida en que comparte con él la misma estructura lógica, la cual no puede «ser dicha» en el lenguaje, sino tan sólo «mostrada», pues es la condición de posibilidad para decir cualquier cosa. Por otro lado, también es su límite, en la medida en que el lenguaje no puede sino figurar el mundo y, por tanto, nada se puede decir sobre cuestiones éticas o estéticas, que, según considera el filósofo, son las verdaderamente importantes.

El segundo Wittgenstein, sin embargo, sometió a crítica el supuesto básico del Tractatus de que la lógica posee una relación privilegiada con la estructura del mundo. Consideró que ésta correspondía tan sólo a uno de los posibles usos del lenguaje (en modo declarativo y descriptivo), pero que no tenía en cuenta la lista abierta de «juegos de lenguaje», entre los que se podría contar el preguntar, el exclamar o el contar chistes. El significado de un término, además, no puede depender de una proyección mental, sino de su uso social, pues de otro modo no se entiende que sea comprendido por los demás.

Ambas precisiones muestran la nueva preocupación del autor por integrar el lenguaje en el complejo de la acción y de la sociedad, abandonando la idea de hallar un modelo ideal que no derivase en un reduccionismo. Wittgenstein fue una figura crucial en el desarrollo de la filosofía analítica posterior tanto por su influencia sobre algunos miembros del llamado Círculo de Viena -aunque él no fuera un positivista lógico- como por el magisterio que ejerció desde Cambridge, donde se desarrollaría la llamada filosofía del lenguaje ordinario.


PENSAMIENTO


HOMBRE:

Al regresar a Cambridge en 1929, Wittgenstein ya estaba convencido del carácter dogmático del TLP. La experiencia de enseñar a niños de escuelas primarias y de observar cómo realmente aprende una lengua, junto con las críticas de Ramsey a su lógica formal, le abrieron los ojos. Tuvo que reconocer importantes errores en la explicación que había dado de la semántica del lenguaje, de cómo la lengua configura y expresa significados. Según una anotación de Friedrich WAIS Mann de 9 de diciembre de 1931, Wittgenstein reconoció no sólo el estilo arrogante del TLP, sino su error de fondo: pretender que la tarea del análisis lógico consistiera en descubrir las proposiciones elementales, ya que son la base del lenguaje lleno de sentido. Ahora admitía que no es posible llevar a cabo esta tarea, puesto que constituye un error querer encontrar algo oculto en el lenguaje: siempre nos movemos en el ámbito de la gramática de nuestro lenguaje ordinario, de manera que permanentemente tenemos ya ante los ojos todo lo que se precisa para explicarlo. Ninguna supuesta lógica subyacente puede dar cuenta del lenguaje mejor que el lenguaje mismo. Lo único que se precisa es exponer las reglas de uso de palabras y expresiones tal como de hecho actúan en la vida cotidiana del lenguaje.

MUNDO:

Es muy importante señalar una diferencia esencial entre la filosofía de Wittgenstein y la corriente en la que habitualmente se le incluye, el neopositivismo: Wittgenstein afirma que el mundo es la totalidad de los hechos y que sólo de ellos es posible hablar, el neopositivismo acepta esta idea y considera que nada hay además de éste ámbito empírico; sin embargo, la posición de Wittgenstein es más compleja: en el “Tractatus” nos dice también que más allá del mundo, o mejor, en su límite, encontramos ciertas “entidades”; no es fácil dar con una palabra para designarlas puesto que todas las palabras con sentido se refieren a las cosas del interior del mundo, sin embargo Wittgenstein escribe sobre ellas. Estas “entidades” son algunos de los objetos tradicionales de la filosofía: la estructura lógica del mundo, el yo metafísico, los valores morales y estéticos y ya fuera del mundo, lo que llama “lo místico”, Dios.

      El concepto de “trascendental” en Wittgenstein parece guardar cierta semejanza con el kantiano: representa una condición de posibilidad, pero no una condición de posibilidad empírica, al modo en que una condición de posibilidad para ver las letras en un encerado podría ser utilizar gafas, sino una condición más fundamental, la de ser condición de posibilidad de la existencia del mundo mismo como totalidad con sentido.

DIOS:

Con este término nos referimos en castellano a ciertas experiencias en las que, supuestamente, Dios se nos hace presente, y presente de forma directa e inmediata. En la filosofía de Wittgenstein el concepto de lo místico no tiene este sentido de acontecimiento extraordinario; lo común al sentido Wittgensteiniano y al corriente es, en primer lugar, referirse a una experiencia que no se puede transmitir adecuadamente con palabras, y, en segundo lugar, referirse al mundo religioso; lo que le separa sería, en primer lugar, que no es la experiencia de Dios como tal, no es una experiencia en la que se nos muestre Dios en su aspecto propio (no es un ver a Dios), y, en segundo lugar, que es una experiencia frecuente, es una experiencia que muchas personas tienen. En su “Conferencia sobre ética” describe varias vivencias que nos relacionan con lo místico:

“creo que la mejor forma de describirla es decir que cuando la tengo me asombro ante la existencia del mundo. Me siento entonces inclinado a usar frases tales como “Qué extraordinario que las cosas existan” o “Qué extraordinario que el mundo exista”;
“se trata de lo que podríamos llamar la vivencia de sentirse absolutamente seguro. Me refiero a aquel estado anímico en el que nos sentimos inclinados a decir: Estoy seguro, pase lo que pase, nada puede dañarme”.
      “Cuando hablamos de Dios y de que lo ve todo, y cuando nos arrodillamos y le oramos, todos nuestros términos y acciones se asemejan a partes de una gran y compleja alegoría que le representa como un ser humano de enorme poder cuya gracia tratamos de ganarnos, etc., etc. Pero esta alegoría describe también la experiencia a la que acabo de aludir. Porque la primera de ellas es, según creo, exactamente aquello a lo que la gente se refiere cuando dice que Dios ha creado el mundo; y la experiencia de la absoluta seguridad ha sido descrita diciendo que nos sentimos seguros en las manos de Dios. Una tercera vivencia de este tipo es la sentirse culpable y queda también descrita por la frase: Dios condena nuestra conducta.”

CONOCIMIENTO:

Los primeros puntos del Tractatus comienzan con una serie de tesis sobre la estructura del mundo. No hay ninguna pretensión de probarlas, si bien casi todos los intérpretes concuerdan en que la concepción del mundo que aquí se presenta viene a ser como un calco de la estructura del lenguaje tal como es comprendido por la lógica simbólica, en el contexto de las investigaciones de principios de siglo de Russell y Frege. Parece dominante también una visión empirista de la naturaleza en la línea de Hume.
A continuación se resume este primer grupo de puntos. El mundo se considera constituido por "todo lo que sucede" (Tatsache, lo que es el caso, lo real efectivo o que es de hecho) (n. 1), y en un ulterior análisis eso que sucede queda caracterizado como el darse o no darse de "estados de cosas" (Sachverhalte), situaciones o "hechos" (n. 2). Tales hechos en último término no se componen de otros a nivel inferior, es decir, se llega a hechos simples, elementales o "atómicos" que, a su vez, están constituidos por objetos o "últimos indivisibles" de que consta la realidad (Wittgenstein no pone ejemplos: quizá un objeto, podría pensarse, es un color, o un sonido, o algo en cualquier caso elemental). En definitiva, hay una serie de objetos inanalizables (2.02), que combinados forman los hechos atómicos, cuya totalidad constituye el mundo. El conjunto de los objetos forma, en palabras de Wittgenstein, la "substancia" del mundo (2.021), lo fijo del mundo (2.023), lo que son invariable no obstante todas las modificaciones variables de los hechos (2.024, 2.026, 2.027, 2.0271).
Sobre el objeto, Wittgenstein se limita a decir que incluye en sí una serie de posibilidades de combinación con los demás objetos del universo, como si se tratara de un "espacio de posibilidades", a las que llama "propiedades internas" y que definen la "forma del objeto" (cfr. 2.012 a 2.0141). De este modo, el atomismo de los objetos da lugar también a una visión estructural del mundo: el objeto simple está en una relación posible intrínseca con los demás objetos y ésta es precisamente su forma. Estas relaciones son necesarias y, para el autor, entran en la competencia de la lógica, que mira a lo más formal y necesario del mundo (2.012; ver también 3.031); existe además otro tipo de relaciones accidentales entre las cosas ("propiedades externas"). De este modo Wittgenstein admite la distinción entre propiedades y relaciones accidentales y necesarias; por ej. "tener color" es una propiedad necesaria de las cosas (2.0251), aunque el objeto mismo sea incoloro (2.0232). Otro ejemplo: una mancha del campo visivo puede no ser roja (relación accidental), pero un color necesariamente tiene un espacio cromático en torno a sí; de igual modo el sonido debe tener una altura (2.0131).

Wittgenstein se plantea también la posibilidad de que se den varios objetos con propiedades comunes y el problema de su distinción numérica (individuación y discernibilidad), sin resolverlo claramente (2.0233 y 2.02331).

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