AUGUSTO COMTE:
(Auguste Comte; Montpellier, 1798 - París, 1857)
Pensador francés, fundador del positivismo y de la sociología. Con la
publicación de su Curso de filosofía positiva (1830-1842),
Augusto Comte apadrinó un nuevo movimiento cultural del que sería considerado
iniciador y máximo representante: el positivismo. Tal corriente dominaría casi
todo el siglo XIX, en polémica y algunas veces en compromiso con la tendencia
antagonista, el idealismo. Como todos los grandes movimientos espirituales, el
positivismo no se deja fácilmente encasillar en las etiquetas de una definición
estricta y precisa. En sentido muy alto, puede decirse que es una
revalorización del espíritu naturalista y científico contra las tendencias
declarada y abiertamente metafísicas y religiosas del idealismo.
Rompiendo con la tradición católica y monárquica de
su familia, Augusto Comte se orientó durante la época de la Restauración hacia
el agnosticismo y las ideas revolucionarias. Después de una primera juventud
cerrada y rebelde, ingresó en 1814 en la Escuela Politécnica de París, donde,
en contacto con las ciencias exactas y la ingeniería, se sintió atraído
fuertemente, junto con muchos compañeros de escuela, hacia aquella especie de
"revolución de los técnicos" que iba predicando el Conde de
Saint-Simon.
Disuelta la Escuela Politécnica por el gobierno
reaccionario de 1816, Comte, contra la opinión de sus padres, permaneció en
París para completar sus estudios de forma autodidacta, ganándose el sustento
con clases particulares de matemáticas, que durante casi todo el resto de su
vida fueron su fuente principal de ingresos. Desde 1817 se vinculó a Saint-Simon, para el cual trabajó de
secretario hasta su ruptura en 1824. Ese año un trabajo de Comte (Plan de
los trabajos científicos necesarios para reorganizar la sociedad) fue
reprobado por su maestro.
El motivo de la discordia era mucho más profundo:
Saint-Simon y Comte habían compartido durante largo tiempo el concepto de una
reorganización de la sociedad humana a través de la dirección de las ciencias
positivas, y formaron conjuntamente el plan de renovar por completo la cultura
para elevarla al nivel de tales ciencias; pero Saint-Simon quería pasar de los planes
científicos a la organización práctica de aquel "sacerdocio" que
habría de dirigir la nueva sociedad, en tanto que Comte no consideraba todavía
completos los desarrollos teóricos.
La publicación por su cuenta de aquella obra le
granjeó la amistad y aprecio de numerosos historiadores, políticos y
científicos (Guizot, A. von Humboldt, el duque de Broglie), sintiéndose Comte
estimulado para emprender su gran obra, aquella enciclopedia de las ciencias
positivas que sería luego el Curso de filosofía positiva (1830-1842).
Mientras tanto, sin la aprobación de sus padres, se había unido en matrimonio
civil con una joven y cultísima dama de París, mujer de eminentes cualidades
intelectuales, enérgica y devota de su marido, pero quizá no tan tierna y
sumisa como él hubiera deseado. Precisamente por aquel tiempo (1826-1827)
sufrió Comte su primer acceso de locura; los padres hubiesen querido recluirlo,
pero su esposa supo retenerlo junto a sí con gran energía y curarlo.
Ya repuesto, Comte concentró sus energías en
el Curso de filosofía positiva (1830-1842). Descubierto bajo
la influencia de Saint-Simon el problema social, Comte consagró su esfuerzo a
concebir un modo de resolverlo, cerrando la crisis abierta por la Revolución
francesa y sus consecuencias. Halló la respuesta en la ciencia, hacia la que
estableció un verdadero culto: el conocimiento objetivo que proporciona la
ciencia debía aplicarse a la ordenación de los asuntos políticos, económicos y
sociales, superando las ideologías apoyadas en la imaginación, los intereses o
los sentimientos.
Contra la libertad de pensamiento, origen de la
anarquía moral que atribuía a la Revolución, no oponía el dogma religioso o los
principios de la tradición, sino la «ciencia positiva» que, al atenerse a los
hechos tal como son, proporcionaba -según él- el único punto de apoyo sobre el
que se podría edificar un futuro de «orden y progreso». Contrario al
individualismo y a la democracia, confiaba en un mundo regido por el saber, en
el que productores y banqueros ejercerían una especie de dictadura.
Tales ideas, fundamento del pensamiento
positivista, tendrían un gran éxito en los países occidentales desde mediados
del siglo XIX, proporcionando un credo laico para el mundo del capitalismo
liberal y de la industria triunfante. Sin embargo, Comte vivió una vida
desgraciada: el exceso de trabajo le produjo problemas psiquiátricos, un
intento de suicidio y el abandono de su mujer. Su rebeldía y su intransigencia
le impidieron insertarse en el mundo académico.
Al tiempo que redactaba el Curso de
filosofía positiva, Augusto Comte fundó con antiguos compañeros de la
Escuela Politécnica la Asociación Politécnica, destinada a la difusión de las
ideas positivistas, y, a pesar de la enorme fama conseguida, no logró nunca una
sólida posición oficial; llegó a enseñar en la Escuela Politécnica desde 1832,
pero no pudo obtener cátedra en ella, y fue expulsado en 1844.
Esta vida agitada, la constante concentración
mental, el empeoramiento de las relaciones con su esposa, que terminaron con la
separación (1842), y finalmente un nuevo amor senil y compartido sólo a medias
por Clotilde Devaux, provocaron hacia 1845 una nueva crisis mental, cuyos
efectos se advierten en sus últimas obras, el Sistema de política
positiva (1851-1854) y elCatecismo Positivista (1852).
Esta última, en la que expuso el evangelio de la nueva religión positivista de
la Humanidad, ofrece matices desconcertantes en muchos aspectos y en su
lenguaje.
Para fomentar el nuevo espíritu positivista había
fundado también, en 1845, una especie de cenáculo en el que se reunían amigos y
discípulos, pero este heraldo de la filosofía científica contemporánea había
perdido por entonces todo contacto con la ciencia viva de su tiempo, concentrado
sólo en sus meditaciones subjetivas. Sólo la ayuda económica de algunos
admiradores (como Émile Littré o John Stuart Mill) le salvó de la miseria. Con
todo, lo mejor de su pensamiento, reflejado en el célebre Curso de filosofía positiva (1830-1842), estaba
destinado a ejercer una gran influencia sobre las más diversas ramas del
conocimiento (filosofía, medicina, historia, sociología) y sobre corrientes
políticas diversas (incluyendo el pensamiento reaccionario de Maurras)
PENSAMIENTO
HOMBRE:
El pensamiento
filosófico de Augusto Comte nos muestra la unidad de lo humano y lo social, la
unidad de la historia humana como un todo. En una primera etapa [4], Augusto
Comte reflexiona sobre la sociedad de su época, describiendo como el aspecto
teológico se encuentra próximo a expirar, de cara al nacimiento de la sociedad
científica e industrial, instaurándose la doctrina de la ciencia positiva y la
ciencia social. En la segunda etapa, representada por las lecciones de Curso de
Filosofía Positiva En la tercera etapa[6], se plantea un fundamento filosófico
a la idea de la unidad de la historia humana, a saber: La noción de naturaleza
humana y social durante el curso de la historia; y en segundo lugar, el
reconocimiento de un orden esencial como sustrato de toda la sociedad Podemos
entonces afirmar, que la ciencia pensada por Augusto Comte es una ciencia que
estudia las leyes fundamentales de la unidad en la evolución humana y que
descubre el determinismo en el ámbito social, ya que la historia de la
humanidad es el desarrollo de la naturaleza humana.
DIOS:
Si nos ocupamos del
estudio de la idea de Dios en el pensamiento de Comte es por considerarlo
como el
principal fundador del positivismo en Europa, que abrió la sociología como saber científico y que
pone en el saber experimental y positivo
el principio de regeneración social. El Dios de las religiones
definitivamente eliminado. Comte busca la regeneración universal de una sociedad
y, especialmente la europea, que ha caído en la anarquía y el desorden por la
revolución y necesita un sistema de conocimientos y normas comparables al
elaborado por el pensamiento cristiano para la sociedad medieval, no válida
para el estado positivo, porque esa fe
ha sido eliminada por el progreso de las
ciencias. Dice a este respecto Comte:” Desde la edad de catorce años, apenas
salido del Liceo, había experimentado la necesidad fundamental de una
regeneración universal al mismo tiempo política y filosófica“(Curos de
Philosophie positive Pref. p. VI)
MUNDO:
Las concepciones
teológicas y metafísicas del [73] mundo, según Comte, son sustituidas por el
«método positivo», que exige la renuncia al «saber absoluto» (ante todo, al
materialismo y también al idealismo objetivo). La fórmula trimembre de Comte
tergiversaba la historia real de la ciencia y de la filosofía: del esquema
quedaba excluido, por ejemplo, un período entero del desarrollo del pensamiento
humano: la época grecorromana. La fórmula de Comte, en última instancia,
constituía una deforme imitación de la tríada dialéctica, tomada de
Saint-Simon. Comte utilizó su esquema trimembre para la clasificación de las
ciencias y para sistematizar la historia civil. En el terreno de la sociología,
Comte (a quien pertenece el término «sociología»), se situaba en una posición
biológica, anticientífica, para explicar la sociedad. La idea reaccionaria
fundamental de su teoría sociológica consiste en afirmar que es inútil querer
transformar revolucionariamente el orden burgués. En el capitalismo, en opinión
de Comte, culmina la evolución de la historia humana. Comte consideraba que el
medio para establecer la armonía social es la propaganda de una «nueva»
religión en la que el culto a un dios personal se sustituye por el culto a un
ser superior abstracto (al género humano en general). Obra principal de Comte:
«Curso de filosofía positiva» (1830-42).
CONOCIMIENTO:
Basado en la
experiencia y el conocimiento empírico de los fenómenos naturales, en el que la
metafísica y la teología se consideran sistemas de conocimiento imperfectos e
inadecuados.
Respecto a los
orígenes del positivismo, consideramos en primer lugar, la tradición humanista
- científica heredada del siglo XVIII y de la Revolución Francesa. Luego los
problemas sociales, los cambios institucionales a veces violentos que atenta la
inteligencia del hombre europeo. En tercer lugar, una razón negativa: el
positivismo representa una reacción contra la filosofía meramente especulativa,
sin raíz alguna en los hechos que afectan al individuo y a la sociedad. El
positivismo pretende establecer, a partir de los hechos y sólo de ellos, leyes
que expliquen este mundo, y sirvan para actuar sobre él; y no fantásticas
teorías sobre entidades que nadie percibe y sobre mundos del más allá.
Excelente trabajo. Muy documentado y a la vez sintético
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