SENECA:
(Córdoba, h. 4-Roma, 65) Filósofo
hispanorromano. Perteneció a una familia acomodada de la provincia Bética del
Imperio Romano. Su padre fue un retórico de prestigio, cuya habilidad
dialéctica fue muy apreciada luego por los escolásticos, y cuidó de que la
educación de su hijo en Roma incluyera una sólida formación en las artes
retóricas, pero Séneca se sintió igualmente atraído por la filosofía,
recibiendo enseñanzas de varios maestros que lo iniciaron en las diversas
modalidades de la doctrina estoica por entonces popular en Roma. Emprendió una
carrera política, se distinguió como abogado y fue nombrado cuestor.
Fue también autor de nueve piezas dramáticas,
inspiradas en modelos griegos clásicos y que son, de hecho, estudios de las
tensiones emocionales a que se ven sometidos los personajes, destinadas a ser
leídas más que representadas.
PENSAMIENTO:
CONOCIMIENTO Y ETICA:
En general, su doctrina era la de los antiguos
estoicos, aunque, en numerosos aspectos, incorporó a ella su propia visión
personal y hasta la de pensadores de escuelas antagónicas, como Epicuro, al que
cita a menudo en términos aprobatorios; con ello no hizo sino ejemplificar el
espíritu ecléctico y sintético característico del «estoicismo nuevo» propio de
su época, del cual fue el máximo exponente.
La filosofía era, para él, un asunto
fundamentalmente práctico, cuyo principal objetivo era el de encaminar a los
hombres hacia la virtud, comunicándoles el conocimiento de la naturaleza del
mundo y de su propio lugar en él para que ello los hiciera capaces de guiar sus
vidas de acuerdo con la voluntad divina. En este sentido, la lógica y la física
proporcionan un fundamento a la ética pero no ocupan su lugar, sino que están
subordinadas a ella como lo estaban ya en el antiguo estoicismo; a este último,
Séneca aporta esfuerzo, que aplica a persuadir del deber de obrar y pensar
rectamente, más que a demostrar la verdad de un conjunto de enunciados éticos
normativos.
Se vale, para ello, de la descripción
vívida de los beneficios de la virtud y las desventajas del vicio; en la comprensión
de que todos los bienes y males de este mundo son transitorios radica la
autosuficiencia del verdadero sabio, quien, para conseguirla, debe liberarse de
sus emociones, juicios equivocados acerca del valor de las cosas.
El tono moral de Séneca está cargado de
acentos religiosos que lo aproximan al teísmo y llevaron a pensar en la
posibilidad de que fuera cristiano, circunstancia que trató de probarse a
través de una supuesta correspondencia con san Pablo, que resultó ser apócrifa.
En sus escritos sobre ciencias naturales
trató, en particular, de los terremotos y su relación con los volcanes; aunque,
en general, recogió las opiniones de los antiguos sobre diversos temas, añadió
algunas reflexiones personales interesantes, como el vaticinio de una futura
explicación de los cometas como verdaderos cuerpos celestes.
Desde
sus inicios, Séneca abrazó el estoicismo, sobre todo en su vertiente moral, y toda su obra gira
en torno a esta doctrina, de la que llegó a ser, al menos en la teoría, uno de
los máximos exponentes. Sin embargo, aunque en su obra se presenta siempre como
estoico, ya en su propio tiempo fue tachado de hipócrita, al no ser capaz de
vivir según los principios que propugnaba en su obra.
‘’El bien supremo es el rigor de un espíritu inquebrantable
y su clarividencia, su sensatez, elevación, salud, libertad, firmeza,
belleza’’:
El mayor bien no puede ser otro que la virtud.
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