domingo, 14 de septiembre de 2014

Aristóteles

ARISTOTELES:

Aristóteles nació en el año 384 a.C. en una pequeña localidad macedonia cercana al monte Athos llamada Estagira, de donde proviene su sobrenombre, el Estagirita. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía a la familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de generación en generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño en los secretos de la medicina y de ahí le vino su afición a la investigación experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual pudo mostrar años después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor.


En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que Aristóteles iba a iniciar su propio sistema filosófico fundándolo en una profunda critica al platónico. Ambos partían de Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades de Platón para insertar su mundo eidético, el de las ideas, en el mundo real obligaron a Aristóteles a ir perfilando términos como «sustancia», «esencia» y «forma» que le alejarían definitivamente de la Academia. En cambio es absolutamente falsa la leyenda según la cual Aristóteles se marchó de Atenas despechado porque Platón, a su muerte, designase a su sobrino Espeusipo para hacerse cargo de la Academia. En su condición de macedonio Aristóteles no era legalmente elegible para ese puesto.
Los once años que median entre su regreso a Atenas y la muerte de Alejandro, en el 323, fueron aprovechados por Aristóteles para llevar a cabo una profunda revisión de una obra que, al decir de Hegel, constituye el fundamento de todas las ciencias. Para decirlo de la forma más sucinta posible, Aristóteles fue un prodigioso sintetizador del saber, tan atento a las generalizaciones que constituyen la ciencia como a las diferencias que no sólo distinguen a los individuos entre sí, sino que impiden la reducción de los grandes géneros de fenómenos y las ciencias que los estudian. Como él mismo dice, los seres pueden ser móviles e inmóviles, y al mismo tiempo separados (de la materia) o no separados. La ciencia que estudia los seres móviles y no separados es la física; la de los seres inmóviles y no separados es la matemática, y la de los seres inmóviles y separados, la teología.
La amplitud y la profundidad de su pensamiento son tales que fue preciso esperar dos mil años para que surgiese alguien de talla parecida. Y durante ese período su autoridad llegó a quedar tan establecida e incuestionada como la que ejercía la Iglesia, y tanto en la ciencia como en la filosofía todo intento de avance intelectual ha tenido que empezar con un ataque a cualquiera de los principios filosóficos aristotélicos.
Sin embargo, el camino seguido por el pensamiento de Aristóteles hasta alcanzar su actual preeminencia es tan asombroso que, aun descontando lo que la leyenda haya podido añadir, parece un argumento de novela de aventuras.
No estando en su ánimo repetir la aventura de Sócrates, Aristóteles se exilió a la isla de Chalcis, donde murió en el 322. Según la tradición, Aristóteles le cedió sus obras a Teofrasto, el cual se las cedió a su vez a Neleo, quien las envió a casa de sus padres en Esquepsis sólidamente embaladas en cajas y con la orden de que las escondiesen en una cueva para evitar que fuesen requisadas con destino a la biblioteca de Pérgamo.
Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles, como las del resto de la cultura grecorromana, desaparecieron hasta que, bien entrado el siglo XIII, fueron recuperadas por el árabe Averroes, quien las conoció a través de las versiones sirias, árabes y judías. Del total de 170 obras que los catálogos antiguos recogían, sólo se han salvado 30, que vienen a ocupar unas 2.000 páginas impresas. La mayoría de ellas proceden de los llamados escritos «acroamáticos», concebidos para ser utilizados como tratados en el Liceo y no para ser publicados. En cambio, todas las obras publicadas en vida del propio Aristóteles, escritas para el público general en forma de diálogos, se han perdido.

PENSAMIENTO:

NATURALEZA:

Aristóteles se propuso hacer una buena limpieza en el cuarto de la naturaleza, intentó mostrar que todas las cosas de la naturaleza pertenecen a determinados grupos y subgrupos.
Escala de la naturaleza
Cuando Aristóteles se pone a ordenar la existencia, señala primero que las cosas de la naturaleza pueden dividirse en dos grupos principales. Por un lado tenemos las cosas inanimadas, tales como las piedras, gotas de agua. Estas cosas no tienen ninguna posibilidad inmanente de cambiar, sólo en caso de una influencia externa. Por otro lado, tenemos las cosas vivas que tienen una posibilidad inmanente de cambiar. Las cosas vivas se pueden dividir en las plantas y los seres vivos. A su vez, los seres vivos pueden dividirse en dos subgrupos: animales y seres humanos. El ser humano crece y toma alimento como las plantas, tiene sentimientos, y la capacidad de moverse como los animales, pero tiene además una capacidad que solamente la tiene el ser humano: la de pensar racionalmente. Por eso el ser humano tiene una "chispa de la razón divina". En algunos momentos Aristóteles señala que tiene que haber un Dios que haya puesto en marcha todos los movimientos de la naturaleza. En ese caso, ese dios se convierte en la cima absoluta de la escala de la naturaleza. Aristóteles pensaba que los movimientos de las estrellas y de los planetas dirigen los movimientos en la tierra, pero también tiene que haber algo que ponga en marcha los movimientos de los astros. A ese algo se lo llama primer motor o Dios. El primer motor no se mueve en sí, pero es la causa primera de los movimientos de los astros, y con ello de todos los movimientos de la tierra.

POLITICA :

Aristóteles pensaba que el ser humano es un animal político, opinaba que sin la sociedad que nos rodea, no somos seres verdaderos.
Formas de organización del estado:
Monarquía: Sólo hay un jefe superior en el estado. Puede caer en una tiranía.
Aristocracia: Hay un grupo mayor o menor de jefes de estado. Puede caer en una oligarquía.
Democracia: Puede caer en una demagogia.

HOMBRE :

La forma del ser humano es, según Aristóteles, que tiene un alma vegetal, un alma animal y una racional. Pensaba que hay tres clases de felicidad:
Una vida de placeres y diversiones
Vivir como un ciudadano libre y responsable
Una vida en la que uno es filósofo e investigador
La felicidad es el fin de la obra humana para Aristóteles.
Como cualquier otra sustancia, el hombre se compone de forma (alma) y materia (cuerpo), siendo el alma el principio vital que anima y organiza el cuerpo. Como forma y materia van siempre unidas, alma y cuerpo son inseparables, por lo que Aristóteles niega que el alma humana sea inmortal.
El alma racional, específica del hombre, es capaz de adquirir la ciencia, un conocimiento basado en conceptos universa­les, abstrayendo las formas y separándolas de la materia a la que están unidas.

ETICA Y POLITICA:

La ética aristotélica es eudemonista; es decir, se trata de una ética de la felicidad, bien supremo que Aristóteles no entien­de como idea separada, al estilo de Platón, sino como un bien accesible a la actividad práctica del hombre.
El fin último de nuestros actos es alcanzar la felicidad, pero ni la vida activa (política o militar) ni la vida placentera ga­rantizan su logro. Solo la vida teorética o contemplativa, de­dicada a la búsqueda del conocimiento, permite ser plena­mente feliz, porque esa vida se caracteriza por el ejercicio de aquello que constituye la naturaleza específica del hombre: la razón, y, más concretamente, del intelecto, cuya actividad lo asemeja a los mismos dioses.
El ejercicio de la contemplación permite al hombre alcanzar las virtudes intelectuales, como la prudencia y la sabiduría, pero como el hombre es también un ser corporal, no puede dedicarse siempre a la contemplación; por eso, la felicidad requiere también un disfrute moderado de bienes externos, como la salud, el bienestar, los amigos, etc., sin los cuales ninguna vida puede ser enteramente feliz.
La ética aristotélica culmina en la política, que es la ciencia práctica más importante, porque no busca el bien o la felici­dad de un individuo, sino el bien colectivo, en el marco del Estado.
Aristóteles mantiene un organicismo social: el Estado es an­terior, por naturaleza, a los individuos, a las familias y a las aldeas que lo forman, y el hombre puede definirse como un animal político, puesto que carece de sentido fuera del todo social, de la ciudad-estado de la que forma parte.
El hombre es social, porque su alma racional y el lenguaje le permiten conocer lo justo y lo injusto, así como crear leyes que regulen la vida colectiva, con vistas al bien común.

 CONOCIMIENTO:

Clasifico las ciencias en:
Teórica, matemática, física y metafísica.
Las Prácticas en:
Política, ética y económica.
Las poyeticas en:
Poesía, música, retorica.
Desarrollo las teorías de acto y potencia.
El proceso de abstracción avanza desde los sentidos al con­cepto universal, y en él desempeña un papel decisivo la ima­ginación, sobre la que operan el intelecto paciente, que tiene la posibilidad de conocer las formas, y el intelecto agente, que las separa de la materia. Este último constituye la parte más perfecta y divina del hombre, porque su capaci­dad para conocer las formas lo hace separado, eterno e in­mortal.
Aristóteles es rea­lista: no existen dos mundos separados, uno sensible y otro inteligible, sino un único mundo, formado por objetos indi­viduales: las sustancias. Cualquier sustancia es un compuesto hilemórfico; es decir, un combinado de materia y forma. La forma es la idea platónica unida indivisiblemente a la mate­ria a la que configura. Las formas son universales, y la lógica se encarga de estudiar sus relaciones.
La metafísica, filosofía primera o sabiduría, se ocupa, en cambio, de estudiar las primeras causas y los primeros prin­cipios de la realidad. El ser, según Aristóteles, aunque es úni­co, se manifiesta de diez maneras diferentes, denominadas categorías: la primera es la sustancia, que es la categoría fundamental, y las nueve restantes (cantidad, cualidad, rela­ción, lugar, tiempo, situación, posesión, acción y pasión) son accidentes o modificaciones que se predican de la sustancia.
En su física, Aristóteles define los seres naturales como aque­llos que tienen en sí mismos el principio del movimiento y del reposo. El movimiento se explica como el paso del ser en potencia al ser en acto: un ser que está privado de cierta for­ma, pero puede tenerla, pasa a adquirirla efectivamente.
Como todo movimiento requiere un ser en acto previo que actúe como causa eficiente o motor del cambio y además siempre se dirige hacia una meta, que actúa como causa fi­nal del movimiento; habida cuenta, asimismo, de que resulta imposible la existencia de una serie infinita de motores y de móviles en la naturaleza, es necesario admitir la existencia de un primer motor inmóvil, acto puro, que es causa y fin úl­timo de todos los movimientos del universo

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