PROTAGORAS
(Abdera, actual Grecia, 480 a. C.-id., 410 a. C.) Filósofo griego. Fue el
primero en adoptar el calificativo de sofista y el precursor
de la profesionalización de la enseñanza retórica. En su ciudad natal fue al
parecer discípulo de Demócrito. Recorrió a lo largo de
cuarenta años gran parte de las islas del Mediterráneo y parece ser que en el
445 a.C. se estableció en Atenas, donde alcanzó una gran reputación.
Amigo de Pericles, al parecer murió
ahogado durante un viaje a Sicilia, cuando huía de las acusaciones de impiedad
de las que fue objeto en la ciudad de Atenas a la muerte de aquél (416 a.C.).
Protágoras había afirmado en uno de sus escritos que "Sobre los dioses no
puedo saber si existen o no; hay muchas dificultades para saberlo con
seguridad; el asunto es oscuro y la vida corta".
De sus obras más importantes, Verdad y Sobre
los dioses, se conservan sólo algunos fragmentos. La doctrina de Protágoras
ha sido interpretada, desde Platón (quien le dedicó un diálogo,
titulado Protágoras), como un relativismo que se expresaría en la
célebre máxima de que "el hombre es la medida de todas las cosas".
Afirmaba que de los objetos conocemos no lo que son, sino lo que nos parecen
(no la esencia sino la apariencia), al tiempo que defendía el carácter
convencional de las normas morales.
Pensamiento
El hombre como medida de todas las cosas
El principio filosófico más famoso de
Protágoras alude al estatus del hombre enfrentado al mundo que lo rodea.
Habitualmente se designa con la expresión Homo mensura («El
hombre es la medida»), fórmula abreviada de la frase Homo omnium rerum
mensura est («El hombre es la medida de todas las cosas»), que traduce
al latín la sentencia original en griego.
Interpretaciones
La sentencia acusa diversas
interpretaciones, como resultado de la dificultad que implica determinar el
sentido y alcance de sus tres expresiones fundamentales, a saber:
a) El hombre
b) La medida
c) Las cosas
a) Se discute si la expresión "el hombre" se refiere al hombre en
sentido individual o en sentido colectivo. A saber:
1) La interpretación en sentido
individual señala que el hombre al que hace mención la frase de
Protágoras es cada hombre concreto, cada individuo, de tal forma que habría
tantas medidas distintas para las cosas como hombres individuales hay.
2) La interpretación en sentido
colectivo, a su vez, tiene dos enfoques distintos: uno que entiende que la
expresión alude a cada grupo social humano; otro, que la considera en sentido
genérico, es decir, referida al género humano:
a) El primer enfoque, que podemos
denominar sociológico, ha sido defendido por Eugène Dupréel, e
implica plantear que la frase de Protágoras alude a cierta forma de relativismo
cultural, donde cada sociedad, cadapolis, actuaría como medida
de las cosas.
b) El segundo enfoque, que podemos
denominar genérico, fue formulado por Goethe y defendido especialmente
por Theodor Gomperz, e implica entender la existencia de una única medida común para todos los
hombres individuales; una misma forma, compartida por el género humano, para
tasar la totalidad de las cosas.
CONOCIMIENTO
La teoría de los juicios contrarios
El dominio de esta técnica ofrecerían al
poseedor -el dialéctico- la disposición, por medio de su arte, de convertir
en más fuerte el argumento más débil. Sin embargo, es importante señalar
que Protágoras no contemplaba el uso de esta técnica de forma meramente
instrumental, por mero afán oportunista, sino que la apoyaba en un complejo
discurso en el que se debatía la virtud.
Escepticismo y agnosticismo
También hizo una proposición de agnosticismo: respecto a
los dioses, no tengo medios de saber si existen o no, ni cuál es su forma. Me
lo impiden muchas cosas: la oscuridad de la cuestión y la brevedad de la vida
humana.
DIOS
Por lo que hace a la
existencia de Dios, es natural que Protágoras la negara o la pusiera en duda,
toda vez que no es objeto de los sentidos. Así es que solía decir que la obscuridad del asunto y la
brevedad de la vida, no le permitían afirmar si existen o no los Dioses, y cuál
sea su naturaleza, caso que existan. No
es extraño, en vista de esto, que algunos autores de hayan contado entre los
partidarios del ateísmo y que los atenienses le persiguieran {57} y
acusaran por esta causa.
A pesar de las apariencias
en contra, el sistema de Protágoras se resuelve en puro escepticismo: afirmar
que todas las percepciones de los sentidos son verdaderas, reconociendo a la
vez que son con frecuencia opuestas y contradictorias, no sólo en diversos
sujetos, sino en el mismo, en relación con la diversidad, o cambios de edad, de
influencias externas y disposición del cuerpo, equivale a decir realmente que
son todas igualmente falsas, toda vez que no cabe verdad en la contradicción;
equivale a reconocer que no podemos discernir entre la verdad y el error, entre
la apariencia y la realidad. Hay, pues, en el fondo de este sistema un
escepticismo real, que pudiéramos apellidar escepticismo per excessum. Si las percepciones varias y
contradictorias de los hombres son la medida de la realidad y verdad de las
cosas, la realidad y la verdad son palabras vanas y representan una cosa
inasequible para el hombre.
ETICA Y SOCIEDAD
Se ha discutido si Protágoras
aceptaba el relativismo ético o moral. Si Protágoras afirma que el hombre es la
medida de todas las cosas parece que el relativismo se hacía extensivo a los
valores éticos, (aunque Platón en su diálogo "Protágoras" mantenga
que el relativismo no se extendía a los valores éticos). De tal modo, lo bueno
será lo bueno "para mí", si adoptamos la perspectiva del relativismo
individual, o lo bueno "para la sociedad", si adoptamos la
perspectiva del relativismo social o cultural.
En relación con la tesis
del relativismo se desarrollará la contraposición "nómos / physis",
entre las leyes sociales y la naturaleza. Las leyes sociales son el resultado
del pacto o de la convención entre los individuos, es decir no tienen carácter
natural; el determinante de la ley social no es ni el individuo, ni la
naturaleza, sino el conjunto de los hombres que viven en esa sociedad. De ese
modo se explica el carácter modificable de la ley, y las diferencias entre las
leyes imperantes en distintos pueblos y culturas, o dentro de la misma cultura
entre distintas ciudades. Dado que no existe una ley que por naturaleza obligue
a los hombres a organizarse de esta u otra manera, las leyes de la sociedad
quedan sometidas al acuerdo o a la convención de todos los hombres; en este
sentido será el criterio de la utilidad el que determine qué leyes se adoptarán
y, una vez adoptadas, serán de obligado cumplimiento.
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