ANAXAGORAS
Nació
Anaxágoras en Clazomene, en Asia Menor, hacia el año 500 antes de Cristo,
viviendo su juventud en una época, pues, en la que Clazomene había sido
sometida al imperio persa, tras la represión de la revuelta Jonia.
Posteriormente se trasladó a Atenas, ciudad en la que residiría la mayor parte
de su vida, siendo maestro, y posteriormente amigo, de Pericles, entre otros
atenienses ilustres. Precisamente esa amistad le supuso ser acusado de impiedad
por los enemigos de Pericles y verse obligado a abandonar Atenas, refugiándose
en Lámpsaco, una de las colonias de Mileto en Jonia. Diógenes Laercio nos dice,
en su Vida de filósofos ilustres, que “respecto a su condena hay varias
opiniones, pues Soción, en las Sucesiones de los filósofos, dice que Cleón le
acusó de impiedad, por haber dicho que el sol es una masa de hierro encendido,
pero que lo defendió Pericles, su discípulo, y sólo fue condenado a pagar cinco
talentos y salir desterrado. Sátiro escribe sus Vidas que lo acusó Tucídides,
por ser éste contrario a las resoluciones de Pericles en la administración de
la República. Que no sólo lo acusó de impiedad, sino también de traición, y que
ausente, fue condenado a muerte. Habiéndole dado la noticia de su condena y de
la muerte de sus hijos, respondió a lo primero que hacía mucho tiempo que la
naturaleza había condenado a muerte tanto a sus acusadores como a él. Y a lo
segundo, que sabía que los había engendrado mortales. Algunos atribuyen esto a
Solón; otros, a Jenofonte."
PENSAMIENTO
Anaxágoras
expuso sus doctrinas filosóficas en un libro del que apenas nos han llegado
algunos fragmentos. Aristóteles, en la Metafísica, 1, 3, nos dice que "Anaxágoras de Clazomene, primogénito de
Empédocles, no logró exponer un sistema tan recomendable. Pretende que el
número de los principios es infinito. Casi todas las cosas formadas de parte
semejantes, no están sujetas, como se ve en el agua y el fuego, a otra
producción ni a otra destrucción que la agregación o la separación; en otros
términos, no nacen ni perecen, sino que subsisten eternamente". Y más
adelante (Metafísica, 1,7) nos dice "según
Anaxágoras, todo está mezclado, excepto la inteligencia; la inteligencia sólo
existe pura y sin mezcla. Resulta de aquí, que Anaxágoras admite como
principios: primero, la unidad, porque es lo que aparece puro y sin mezcla; y
después otro elemento, lo indeterminado antes de toda determinación, antes que
haya recibido forma alguna."
Al igual
que Empédocles, Anaxágoras se enfrentará al problema de explicar el cambio
admitiendo la permanencia del ser, tal como se desprende de los postulados
parmenídes. El ser no puede generarse ni corromperse; no puede haber
propiamente hablando nacimiento ni destrucción, sino simplemente mezcla o
separación de las cosas que existen. La solución de Anaxágoras será también una
solución pluralista, al estilo de la de Empédocles. Pero, a diferencia de éste,
en lugar de cuatro elementos afirmará la existencia de un número infinito de
ellos, cada uno poseyendo las características del ser parmenídes decir, la eternidad,
la inmutabilidad.
Estos
elementos originarios o "semillas" como le llama Anaxágoras se
distinguen unas de otras cualitativamente. La mezcla de estas semillas es lo
que constituye los objetos de la experiencia; cuando en un objeto predomina un
tipo determinado de semillas le atribuimos al objeto la propiedad de las
partículas predominantes, ya que, en los objetos de la experiencia, "hay partículas de todas las
cosas". Eso explicaría la transformación de unas cosas en otras: si los
vegetales que nosotros ingerimos se convierten en carne es preciso que haya
carne (partículas o semillas de carne) en dichos vegetales. En ese sentido
debería entenderse la afirmación de que hay porciones de todo en todas las
cosas. Así, en un trozo de oro hay partículas de todas las demás cosas, pero
predominan las partículas de oro, por lo que le llamamos simplemente oro.
¿Cómo se
produce esa agregación y esa separación de las semillas? Aquí hace intervenir
Anaxágoras un elemento novedoso en la especulación filosófica: el Nous o
inteligencia. El movimiento de las partículas o semillas estaría sometido a la
inteligencia; sin embargo, el papel de la inteligencia queda reducido al de
causa inicial del movimiento que, una vez producido, sigue actuando por sí
mismo sometido a causas exclusivamente mecánicas. Las partículas son sometidas
por el Nous a un movimiento de torbellino que será la
causa de la constitución de todas las cosas tal como nosotros los conocemos.
Este Nous, Mente o inteligencia, es concebido por
Anaxágoras como algo infinito y autónomo, y separado de las semillas y de todas
las demás cosas que existen, llamándole "la más fina y pura de todas las cosas,
poseedor de todo el saber sobre cualquier asunto y del mayor poder".
También le concibe como ocupando un espacio, por lo que parece que Anaxágoras
mantiene una concepción material del Nous o Mente, formado de la materia más pura y más
sutil, pero lejos todavía de una concepción inmaterial o incorpórea del ser. No
obstante se le considera como el primero que introduce el recurso a un
principio espiritual o intelectual, aunque, según las quejas expresadas por
Aristóteles en la "Metafísica", haya recurrido a él sólo cuando la
explicación por causas materiales le resultaba imposible.
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